De los más de 31.000 versículos de la Biblia, es posible que para mí el más importante y útil sea esta declaración de Cristo Jesús: “Yo y el Padre uno somos” (Juan 10:30).
Al principio pensé que Jesús quería decir que tenía una relación muy estrecha con Dios, así como dos amigos pueden quererse tanto y conocerse tan bien que hasta terminan las frases uno del otro. Sin embargo, aprendí que Jesús estaba hablando de algo mucho más transcendental que eso.
Lo que realmente me ayudó a empezar a comprender el concepto de unicidad fue considerar primero la naturaleza de Dios como causa. Más allá de la esfera de acción de la materialidad, esta causa —es decir Dios— crea, protege y se hace cargo de Su universo espiritual, incluso del hombre. Ser el efecto de Dios es ser la acción o expresión propia de Dios.
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