Estás en una entrevista de trabajo. El entrevistador te dice: “Háblame acerca de ti”. Es posible que le cuentes acerca de los estudios que has cursado, tu experiencia laboral, algunos de tus logros. Si el entrevistador entonces te pregunta acerca de tus cualidades, puede que digas que eres trabajador, aprendes con rapidez, te llevas bien con tus compañeros de trabajo. Algo bastante habitual.
En la Biblia leemos que Dios nos creó a Su imagen y semejanza, y puesto que Dios es Espíritu, es razonable decir que nuestra verdadera naturaleza es espiritual, es como Dios, el Espíritu. ¿Nos ayudaría esto en una entrevista de trabajo? Realmente podría ser muy valioso.
Claro está que en la mayoría de las entrevistas probablemente no dirías “¡Soy espiritual!” Sin embargo, saber que tu identidad y naturaleza verdaderas son espirituales es crucial. Reflejas a Dios, el Espíritu, lo que significa que reflejas maravillosas cualidades espirituales, tales como inteligencia, aplomo, valentía, amor y muchas más. Esto tiene un impacto en todos los detalles relacionados con la búsqueda de trabajo y el proceso de entrevista.
Las cualidades espirituales son las que los empleadores buscan, y tu capacidad de expresarlas compensa cualquier deficiencia que pueda haber en tu formación. La manera en que nos vemos verdaderamente a nosotros mismos puede tener un efecto impresionante en nuestro desempeño y experiencia, especialmente en una entrevista de trabajo, así como en el trabajo mismo. Aceptar el modelo espiritual de nuestro ser abre posibilidades ilimitadas, mientras que aceptar el modelo mortal de la existencia tiende a hacernos sentir confinados a un sentido limitado del bien. A lo largo de mi carrera profesional, estas ideas nunca han dejado de eliminar el estrés que con frecuencia se asocia con el proceso de una entrevista. Son confiables y están al alcance de todos nosotros en cada circunstancia.
Una de las promesas más pertinentes en la Biblia respecto a la combinación perfecta de la oferta (tu trabajo) y la demanda (la necesidad del empleador) se encuentra en Segunda a los Corintios: “Porque no digo esto para que haya para otros holgura, y para vosotros estrechez, sino para que en este tiempo, con igualdad, la abundancia vuestra supla la escasez de ellos, para que también la abundancia de ellos supla la necesidad vuestra, para que haya igualdad, como está escrito: El que recogió mucho, no tuvo más, y el que poco, no tuvo menos” (8:13–15).
Esta es una promesa firme de que Dios nos ubica en el puesto que no solo nos bendice a nosotros, sino que bendice al empleador. Además, somos ubicados en el lugar perfecto para bendecir a nuestros compañeros de trabajo y a los clientes y proveedores de la compañía. Nuestro destino es estar en el lugar correcto donde podemos hacer el mayor bien posible, donde nuestra expresión individual de Dios resplandece con más fulgor. No podemos sino expresar cualidades espirituales, y ellas deben manifestarse naturalmente en nuestra vida.
Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, percibe maravillosamente cómo cuida Dios de nosotros. En su libro Escritos Misceláneos 1883–1896,ella dice: “Cuando un corazón hambriento le pide pan al divino Padre-Madre Dios, no le es dada una piedra —sino más gracia, obediencia y amor. Si este corazón, humilde y confiado, le pide fielmente al Amor divino que lo alimente con el pan celestial, con salud y santidad, estará capacitado para recibir la respuesta a su deseo; entonces afluirá a él 'el torrente de Sus delicias', el tributario del Amor divino, y resultarán grandes progresos en la Ciencia Cristiana —también esa alegría de encontrar nuestro beneficio al beneficiar a los demás” (pág. 127). Esta es una inspiradora promesa de que a medida que buscamos sinceramente la guía de Dios, nuestros deseos son purificados, y estamos preparados para recibir bendiciones maravillosas.
Podemos permitir que la confianza fluya a través de nuestras respuestas sin un sentido de engrandecimiento personal.
Así que, ¿cómo enfocamos la entrevista misma? Uno de los conceptos claves de la Ciencia Cristiana es que Dios puede ser entendido como Mente, y puesto que Dios es uno e infinito, es razonable decir que existe una sola fuente infinita de inteligencia. Cada uno de nosotros expresa esa inteligencia divina; es natural para nosotros. Las ideas vienen a nuestro pensamiento desde Dios, la Mente, sin retraso o interrupción, aunque requieren que estemos alertas y seamos humildes al escuchar. De esta forma, podemos confiar en que Dios nos provee precisamente de lo que necesitamos decir, así como de lo que necesitamos escuchar, en la entrevista. Igualmente importante es que podemos tener la seguridad de que el entrevistador también es influido por esa Mente única.
¿Qué nos daría temor en una entrevista? Si es un trabajo que realmente nos gustaría tener, tal vez sintamos temor de decir algo equivocado y perder una gran oportunidad. Aun después de la entrevista, quizás nos preocupe no conseguir el puesto porque falta algo en nuestros antecedentes, tales como experiencia, entrenamiento específico o la capacitación correcta. Pero si somos sinceros en nuestro deseo de estar en el lugar en que Dios nos ubique, ninguna de estas cosas va a atemorizarnos por el resultado. Nunca podemos estar fuera del cuidado de Dios, y esto incluye la provisión de un empleo productivo y la actividad correcta.
La mayoría de los empleadores buscan que tengamos confianza en nuestras capacidades, atemperadas con humildad. Como modelo de humildad, tenemos el más grande ejemplo de la historia humana. Cristo Jesús realizó los actos más notables que se hayan registrado jamás; hazañas que incluyeron caminar sobre el agua, sanar enfermedades instantáneamente y resucitar a los muertos. No obstante, al referirse a la fuente de su incomparable poder, él dijo con mansedumbre: “No puedo yo hacer nada por mí mismo” (Juan 5:30). La suprema confianza que manifestó tenía de respaldo la autoridad del Cristo; estaba fundada en su comprensión de que él era creación de Dios, Su linaje, la expresión espiritual de la Mente divina. Podemos aprender del modelo de humildad de Jesús y hacerlo nuestro propio modelo.
El equilibrio que se requiere en una entrevista de trabajo es la confianza que proviene de realmente conocer, en lo más profundo, de dónde provienen nuestras capacidades, y permitir que la confianza fluya a través de nuestras respuestas sin un sentido de engrandecimiento personal o arrogancia. Esa mezcla de confianza en nuestra capacidad de expresar las cualidades que requiere un trabajo, y la humildad que reconoce a Dios como la fuente de esas capacidades, nos permite ser entrevistados sin temor y con todo éxito.
Dios, la Mente divina, gobierna todos los aspectos de la entrevista de trabajo, incluso la preparación previa, la comunicación durante la misma y la dirección después de ella. Nuestra humilde confianza en Dios elimina la ansiedad que rodea la experiencia cuando sabemos que nuestro lugar correcto y exacto es revelado a todos los participantes, conforme al plan perfecto que Él tiene para todos.