Cuando llega el momento de hacer un gran cambio en la vida, a veces nos confronta pensar que no estamos preparados o que extrañaremos algo que dejamos atrás. ¿De dónde vendrá la provisión? ¿Tendremos lo suficiente cuando lo necesitemos? ¿Seremos felices? ¿Lamentaremos haber hecho el cambio? Estos pensamientos mortales limitados y engañosos nos harían creer que un cambio debe ser temible o intimidante, y que el cuidado de Dios puede que no sea suficiente para nosotros.
En el Himnario de la Ciencia Cristiana, parte de la segunda estrofa del Himno 148 nos asegura:
Doquiera que Él me guíe,
no habrá necesidad,
ni cosa que yo ansíe
si aquí el Pastor está.
(Anna L. Waring, trad. © CSBD)
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