Cuando llega el momento de hacer un gran cambio en la vida, a veces nos confronta pensar que no estamos preparados o que extrañaremos algo que dejamos atrás. ¿De dónde vendrá la provisión? ¿Tendremos lo suficiente cuando lo necesitemos? ¿Seremos felices? ¿Lamentaremos haber hecho el cambio? Estos pensamientos mortales limitados y engañosos nos harían creer que un cambio debe ser temible o intimidante, y que el cuidado de Dios puede que no sea suficiente para nosotros.
En el Himnario de la Ciencia Cristiana, parte de la segunda estrofa del Himno 148 nos asegura:
Doquiera que Él me guíe,
no habrá necesidad,
ni cosa que yo ansíe
si aquí el Pastor está.
(Anna L. Waring, trad. © CSBD)
Dios, por ser el bien infinito, es totalmente capaz de responder a cada una de nuestras necesidades. De hecho, Él conoce nuestras necesidades incluso antes de que se lo pidamos (véase Mateo 6:8). La provisión no es algo de lo cual todos tenemos tan solo una porción; no existe mi provisión, tu provisión, su provisión. Solo existe la provisión infinita de Dios, la cual fluye imparcial y universalmente de Dios a todos; a cada uno de nosotros, Sus ideas espirituales. Dios es justo; Él no defrauda a ninguno de Sus hijos.
Trabajé durante muchos años como diseñadora de trajes de baño. Llegó un momento en que mi esposo y yo quisimos comenzar una familia, y sabía que no podría manejar mi exigente trabajo mientras criaba apropiadamente a mi hijo. Sin embargo, me preocupaba el hecho de que si no trabajaba ya no tendría la oportunidad de ser creativa o de colaborar económicamente con nuestro hogar. Revisé todas nuestras cuentas e hice los cálculos, y me pareció que sería imposible dejar mi trabajo y que nuestras necesidades fueran satisfechas. Mi esposo y yo oramos y trabajamos para comprender de dónde proviene realmente nuestra provisión, que siempre viene de Dios, el Espíritu. Y cuando nos enteramos de que daríamos la bienvenida a un bebé a nuestra familia, continuamos orando por esto. Sabíamos que, como dice la Biblia, “a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” (Romanos 8:28).
La Biblia está llena de maravillosas historias sobre la manera en que Dios respondió a las necesidades humanas, como la de Cristo Jesús cuando alimentó a los cinco mil, o la del aceite que no se acabó cuando la viuda trató de salvar a sus hijos e impedir que los acreedores se los llevaran, o la historia de Rut y Noemí que obtuvieron su provisión después que los hombres de su familia murieron. Todos estos relatos apuntan a la realidad espiritual del cuidado de Dios por Sus ideas espirituales que se manifiesta humanamente. A medida que oraba y pensaba en las promesas que estos relatos bíblicos guardan para todos, llegué a comprender que todo está bien ahora, y que siempre podemos esperar a tener lo que es correcto que tengamos. Con completa fe en Dios, renuncié a mi trabajo mientras estaba con licencia por maternidad, y esta fue una fe semejante a la que describe el Apóstol Pablo como “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1).
Para mi enorme alegría, un día después alguien me encontró por Internet y me pidió que lo ayudara a comenzar una línea de accesorios para su compañía. Yo podría trabajar desde casa a medio tiempo, como empleada autónoma. Esto me permitió estar con mi hijo mientras cumplía con un horario laboral flexible donde podía expresar mi creatividad, usando todo el conocimiento que había obtenido en mi trabajo anterior. Todo se alineó perfectamente como resultado de confiar en el cuidado de Dios y comprenderlo. Mary Baker Eddy dice en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “Cuando esperamos pacientemente en Dios y buscamos con rectitud la Verdad, Él endereza nuestra vereda” (pág. 254).
Poco después de esto, mi esposo y yo tuvimos otra oportunidad de demostrar la provisión de Dios. Comenzamos a sentir intensamente que era hora de reubicar a nuestra familia en otro estado. Debido a ciertas circunstancias, nos sentimos divinamente guiados a mudarnos antes de que se vendiera nuestra casa y mi esposo encontrara un nuevo empleo. Esto no parecía una buena idea desde un punto de vista humano, pero íbamos a ser obedientes a la dirección de Dios. Pusimos en venta nuestra casa, que según nos dijeron se vendería rápidamente, nos mudamos y empezamos a buscar empleo.
Oré para saber que la Verdad es confiable y está manifestando el bien.
Sin embargo, todos los trabajos que habíamos visto antes de la mudanza parecían haber desaparecido, como si no hubiera nada para mi esposo. Además, el mercado de bienes raíces se estancó justo después de poner nuestra casa en venta. Estábamos varados. A estas alturas, era una tentación sentirse como los hijos de Israel, deambulando por el desierto en busca de la tierra donde fluye leche y miel, solo para encontrar hambre y sed. Como ellos, estaba siendo desagradecida y empecé a extrañar la casa que habíamos dejado. ¿En qué estábamos pensando? ¿Cómo podía ser este el plan de Dios?
Rápidamente corregí mi pensamiento y me recordé a mí misma que debía ser paciente y obediente. En lugar de ver un cuadro de insatisfacción, necesitaba ver todo aquello por lo que debía estar agradecida. En nuestra situación había muchas cosas buenas: teníamos un lugar gratuito donde quedarnos con una familia amorosa; nuestro hijo era muy feliz; había mucha belleza donde estábamos viviendo. También me di cuenta de que necesitaba dar más y mantenerme activa. Encontré formas de expresar mi gratitud, tal como ayudar en la casa tanto como podía cocinando y limpiando. Me di cuenta de que cuanto más me concentraba en dar desinteresadamente, más inspiración recibía.
Orábamos continuamente con la verdad de que Dios no nos lleva solo la mitad del camino; Él provee la solución y el camino completos. Le había pedido a una practicista de la Ciencia Cristiana que orara por mi familia durante este tiempo, y ella nos recordó que estábamos justo donde Dios quería que estuviéramos. Trabajé para saber que la Verdad es confiable y está manifestando el bien; que la Mente sostiene y provee a su idea, el hombre, de lo necesario; que la Mente es sencilla y clara al darnos indicaciones inspiradoras; que el Principio es seguro, y hace avanzar todas las ideas en perfecta armonía. También trabajé con este pasaje de Ciencia y Salud: “El Alma tiene recursos infinitos con que bendecir a la humanidad, y la felicidad se lograría más fácilmente y estaría más segura en nuestro poder, si se buscara en el Alma” (pág. 60). Comprendí que todo está bien aquí y ahora. La situación en la que estábamos no necesitaba cambiar primero; podíamos ser felices y sentirnos bendecidos ahora. Sentíamos oleadas de calma y libertad, y la ansiedad, la preocupación y el estrés estaban desapareciendo.
Poco después de que nos vinieran estas ideas, se vendió nuestra casa. Y el día después de recibir la oferta, encontramos un hogar nuevo y perfecto que acababan de poner en venta ese mismo día. Luego, el día que firmamos los documentos para la compra de la nueva casa, a mi esposo le ofrecieron un trabajo. Estuvimos en nuestro nuevo hogar para las fiestas y todo se arregló perfectamente, como Dios quería que fuera. Nos sentimos todos muy agradecidos.
Los pensamientos de Dios nos están viniendo siempre, brindándonos provisión, cuidado y guía. Y con una fe afianzada en la comprensión espiritual del cuidado constante y confiable de Dios, podemos avanzar con perfecta confianza y gratitud sin volvernos nunca atrás.