Estaba en el dentista para un chequeo. No todas mis visitas han sido sin problemas. He tenido varias caries y empastes antes, pero esta vez me sentía preparado. Había usado el hilo dental y cepillado los dientes dos veces al día desde mi última visita.
Sin embargo, después de que la dentista me examinara, me dijo que tenía una caries que debía ser tratada. Estaba atónito y desanimado. Pensaba que lo había hecho todo bien.
Cuando la dentista fue a hablar con mi mamá, tuve unos instantes para recapacitar. En ese momento me di cuenta de que, aunque todo lo que había hecho para proteger mis dientes era con buena intención, había una cosa que no estaba haciendo: no había pensado espiritualmente. Quizás eso suene un poco extraño, pero he tenido muchas otras curaciones al orar y obtener una visión más espiritual de mí mismo o de una situación. Pero hasta ahora, nunca se me había ocurrido emplear este mismo enfoque para mis dientes.
Entonces, cuando la dentista regresó, le pregunté si podía tomarme un tiempo para orar por mi diente en lugar de arreglar la caries en ese momento. Ella accedió amablemente y fijamos una fecha para el mes siguiente.
Comencé a orar de inmediato. Cuando oro, suelo pedirle a Dios que me muestre la manera correcta de pensar acerca de algo. Esta vez, un pensamiento que me vino con fuerza fue algo que aprendí en mi clase de la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana: que lo que nosotros consideramos nuestro cuerpo, —carne y sangre—, es una creencia errónea acerca de nosotros mismos, porque en realidad somos espirituales, creados por Dios, el Espíritu. Mary Baker Eddy, la Descubridora de la Ciencia Cristiana, escribió en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, que lo que llamamos carne es “un error de la creencia física; una suposición de que la vida, la sustancia y la inteligencia están en la materia; una ilusión; una creencia de que la materia tiene sensación” (pág. 586).
Después de reflexionar sobre este pasaje de Ciencia y Salud y orar de todo corazón para entender que soy espiritual, no material, mi pensamiento acerca de mí mismo cambió. Me vi a mí mismo como la imagen pura y perfecta de Dios, que es Amor y Verdad. Así que cuando regresé al consultorio de la dentista al mes siguiente, tenía una visión más clara y más espiritual de mí mismo. Cuando la dentista me examinó, se emocionó por lo que vio, bueno, por lo que no vio. ¡La caries había desaparecido por completo!
Esto ocurrió hace más de dos años, y desde entonces no he tenido otra caries. Estoy muy agradecido por esta curación, no solo porque mi diente fue sanado, sino también porque me ayudó a comprender un poco mejor que realmente soy espiritual.
    