Queridos miembros de La Iglesia Madre:
Hace algunos años entré tímidamente a una sala de reunión en Austin, Texas, Estados Unidos, donde tres dedicados trabajadores de la oficina del Gerente de los Comités de Publicación de Boston me estaban esperando. Habían venido a hablar conmigo acerca del cargo de Comité para Texas.
Antes de la reunión, me había imaginado que tendría que discutir con legisladores y redactores, además de aparecer frente a cámaras de televisión procurando contestar preguntas difíciles. De modo que, sintiéndome algo abrumado, pregunté: “En concreto, ¿Qué hace un Comité?”.
Uno de ellos me respondió sencillamente: “Hablar con una persona a la vez sobre algo que ama”. De inmediato pensé: “¡Yo puedo hacer eso!”.
Ahora, como Presidente, tengo el maravilloso privilegio de expresarles el profundo amor y la profunda gratitud de La Iglesia Madre. En otras palabras, puedo hablar con uno de ustedes “a la vez” sobre algo que todos amamos: ser miembros de La Iglesia Madre.
Después de la Asamblea Anual de junio de 2018, muchos de ustedes mencionaron en su correspondencia que las diversas actividades que se desarrollaron fueron muy especiales. Hemos atesorado la gratitud que expresaron a los dignatarios de La Iglesia Madre por esos inspiradores días, pero sabemos que su amor por la Ciencia fue la principal razón de que se sintiera tanta inspiración. La claridad espiritual que ustedes expresan y sus acciones cristianas han estado vigorizando a La Iglesia Madre y a sus filiales durante los últimos años. Como miembros de iglesia, lo que ustedes hacen realmente importa.
En una época en que la polarización y la intolerancia parecen estar desgarrando el tejido de la sociedad, gracias por esforzarse en escuchar solamente a Dios, el Principio que mantiene la armonía siempre presente. Su insistencia en la unidad y la integridad es alentadora. Su honestidad es refrescante. Su devoción por reflejar bondad y compasión es impresionante y ejemplifica el tema de la Asamblea Anual: “Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu” (Gálatas 5:25).
Si alguna vez llegamos a olvidar lo que los miembros de la iglesia pueden lograr, nuestra Guía nos proporciona recordatorios para que podamos liberarnos de las supuestas garras del mal. En Escritos Misceláneos leemos: “Un Científico Cristiano genuino es una maravilla, un milagro en el universo de la mente mortal. Con amor desinteresado, inscribe en el corazón de la humanidad y transcribe sobre las páginas de la realidad la presencia viva y palpable —¡el poder y majestad!— de la bondad. Vive para toda la humanidad y honra a su Creador” (pág. 294).
No es de extrañar que La Iglesia Madre los ame tanto. Ustedes son y continuarán siendo una “maravilla” cristiana, sanadores cristianos, amados y preciosos miembros de La Iglesia Madre. Que Dios los bendiga.
Con profunda gratitud,
Keith Wommack
Presidente