En los últimos años ha sido alentador seguir los informes, particularmente en el Christian Science Monitor, que muestran a los gobiernos del mundo que están a favor de la innovación honrada. Por ejemplo, en la cumbre de los G20 en Turquía en noviembre de 2015: “Los líderes de las naciones del G20 —incluso de los principales poderes cibernéticos como son Rusia, China y los Estados Unidos, así como también de Brasil, India e Indonesia— aprobaron el más reciente informe [sobre normas en el ciberespacio] del Grupo de Expertos Gubernamentales de las Naciones Unidas, y mencionaron varias normas específicas, entre ellas más sorprendentemente la prohibición del espionaje comercial”. Esta cumbre, junto con otros acuerdos y acciones internacionales, ha contribuido a una modesta pero significativa disminución en “el espionaje cibernético comercialmente motivado” entre las naciones (“What it’ll take to forge peace in cyberspace,” csmonitor.com, March 20, 2017).
Este es un buen progreso. Yo incluso lo vería como una evidencia de la influencia del Principio universal o Verdad que llamamos Dios, que mueve a los individuos y a las naciones hacia una más grande expresión de bondad, honor e integridad. Si bien aún quedan problemas complejos por superar en este ámbito, pueden esperarse más reformas y victorias porque la ley de Dios, el bien, está operando en la consciencia humana, despertando a la humanidad moral y espiritualmente, lo que naturalmente resulta en mejores valores éticos y acciones más honradas. La integridad creativa refleja la naturaleza del Principio divino, el Amor, y tener puntos de vista más claros del Principio fortalecerá la honradez, el altruismo y el valor moral.
Ya sea individualmente o como nación, nunca necesitamos sentirnos impulsados a plagiar o robar ideas, porque cada uno de nosotros está plenamente dotado de todas las capacidades otorgadas por Dios que necesitamos para hacer una contribución única, valiosa y honesta al mundo. Al ser hijos de Dios, no existimos para tomar uno del otro, sino para dar genuina expresión a las ricas cualidades y capacidades que nuestra fuente divina reabastece en nosotros a cada momento. Pienso que el espíritu de esto se expresa con brillantez en una Escritura sobre la construcción de un templo dedicado al nombre santo de Dios. Dice así: “Oh Señor, Dios nuestro, toda esta abundancia… procede de tu mano, y todo es tuyo. Sabiendo yo, Dios mío, que tú pruebas el corazón y te deleitas en la rectitud, yo he ofrecido voluntariamente todas estas cosasen la integridad de mi corazón” (1 Crónicas 29:16.17, LBLA).
Aquellos que demuestran tener talento para innovar, ejercen con dinamismo una abundancia de atributos creativos tales como ingenio, originalidad, visión, adaptabilidad, curiosidad, valor, eficiencia, audacia, perseverancia, creatividad, etc. Y estas son cualidades que todos podemos expresar y valorar legítimamente; Dios nos ha dado a cada uno de nosotros la habilidad de expresarlas libre e imparcialmente porque somos Su reflejo espiritual, a fin de que las usemos de formas nuevas y fructíferas para beneficio de todos. También es natural expresar la infinita originalidad del pensamiento, porque el mismo también emana de Dios, que es la Mente única o inteligencia infinitamente creativa que tan excepcionalmente reflejamos.
El progreso verdadero se produce a medida que cedemos al Cristo universal, la Verdad.
La visión del hombre tan comúnmente aceptada por el mundo de que es un ser físico con un cerebro que funciona con variados grados de inteligencia, puede velar esta expansión del pensamiento. Sin embargo, la liberadora perspectiva que trae la Ciencia Cristiana nos muestra que somos puramente espirituales, que todos surgimos de una sola consciencia divina que nos concibe como expresiones individuales de su propia y brillante originalidad e ilimitada comprensión. Nuestra naturaleza como reflejos de la Mente divina única es declarada maravillosamente en una traducción al islandés de Génesis 1, versículos 26 y 27, que Mary Baker Eddy cita en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “Y dijo Dios: Hagamos al hombre conforme a nuestra mente y nuestra semejanza; y Dios formó al hombre conforme a Su mente; conforme a la mente de Dios lo formó; y los formó varón y hembra” (pág. 525).
Esta comprensión de Dios como Mente, y de la relación del hombre con la Mente como su reflejo, solo puede fortalecer los proyectos innovadores. Pero el sentido personal de la mente y del yo separados de la Mente infinita única, debe abandonarse por medio de la humildad. Ceder humildemente a la inspiración e inteligencia omnisapiente de la Mente divina, demuestra la frescura y creatividad de la Mente, libre de las falsas limitaciones del pensamiento humano. El opuesto, el modelo basado en la materia de que la mente y la existencia son finitas puede parecer que mantiene a la humanidad en un molde de bien limitado, generando cosas tales como deshonestidad, competitividad, escasez, egoísmo, banalidad y plagio. Pero justo allí donde parece estar el modelo invertido, la realidad a semejanza del Cristo de la totalidad del Espíritu y del Amor divino está resplandeciendo con total fulgor, atravesando las nubes del materialismo para revelar la verdad de lo que somos como expresiones espirituales extraordinarias, satisfechas, generosas, originales, íntegras del Amor.
Es esta verdad de nuestra existencia espiritual definida por el Amor e impulsada por el Amor la que está constantemente llamando a la humanidad para que contribuya a la demostración avanzada de amar más desinteresada, expansiva y honestamente en todo tipo de proyecto, incluso en la innovación.
En La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea, la Sra. Eddy escribe: “El progreso es la concepción madurativa acerca del Amor divino; …” (pág. 181). De muchas formas se manifiesta la evidencia diaria de que la percepción que tiene la humanidad del Amor divino está creciendo, guiando a nuestra familia global en direcciones más altruistas. Recurro, en particular, al Monitor como una fuente de noticias que tiene el compromiso de reconocer e informar acerca de este progreso; haciendo resplandecer a diario una luz sobre cómo la Verdad y el Amor divinos están impulsando la libertad y la salvación espirituales de la humanidad. Específicamente en el frente innovador, me encanta leer los artículos del Monitor que tratan sobre la innovación para propósitos humanitarios. Un artículo publicado en 2016 informó acerca del “auge en la innovación de parte de individuos que quieren marcar una diferencia”, señalando que esas personas están “uniendo su creatividad e ingenio con el deseo de ayudar a la humanidad” (“The entrepreneurs easing suffering, one invention at a time,” csmonitor.com, May 25, 2016).
Da mucha inspiración ver cómo crece la innovación humanitaria, pero mucho más aún, podemos esperar ver pruebas más grandiosas de cómo las necesidades humanas son respondidas de formas totalmente originales y diferentes a todo paradigma humano, y más similares a lo que Cristo Jesús demostró cuando alimentó a más de cinco mil personas con unos pocos panes y peces. Jesús se apartó de un sentido físico y limitado de las cosas, y contempló cómo la infinitud sostenedora del Amor divino respondía de manera infalible, inagotable y abundante a las necesidades de su creación espiritual en su totalidad. Él comprendía que la provisión del Amor para todos era completa y demostró cómo abraza y responde prácticamente a toda necesidad humana. “… a la humanidad entera y a toda hora, el Amor divino suministra todo el bien”, leemos en Ciencia y Salud (pág. 494).
Podemos estar muy agradecidos por las innovaciones que benefician a la humanidad en una variedad de formas útiles, pero el progreso de la humanidad no es simplemente el producto de nuestras invenciones y tecnologías. El progreso verdadero se produce a medida que nosotros individual y colectivamente cedemos al Cristo universal, la Verdad, y comprendemos que todos somos en realidad creados a semejanza del Espíritu divino, el cual nos dota de infinitas capacidades para amar, bendecir y hacer el bien. Tomar consciencia del bien ilimitado del Espíritu reflejado en toda la creación, es lo que realmente impulsa el avance de la humanidad, triunfando paso a paso sobre toda pretensión falsa de que la vida está confinada en la materia.
Al ir avanzando, la humanidad, inevitablemente, hará grandes progresos al vencer y triunfar finalmente sobre el sentido material, finito y convencional de la inteligencia y la existencia. Esto se produce a medida que los individuos toman consciencia de la interminable originalidad de la existencia espiritual infinita, que se está revelando en todas partes como la manifestación de la Mente ilimitada y el Amor que lo sustenta todo. Cada persona puede comprender y vivir lealmente su naturaleza a semejanza del Cristo porque es una expresión de la impecable integridad de la Verdad, la brillante originalidad de la Mente, la eterna frescura del Espíritu y la ilimitada generosidad del Amor; de esta forma contribuirá a que la humanidad tome consciencia de la verdadera libertad y de una demostración mundial más grande de genuina originalidad de pensamiento y honrada innovación, que sirve a la necesidad universal que tiene la humanidad de progresar espiritualmente.