¿Alguna vez vas caminando a la escuela? Yo lo hacía todos los días cuando estaba en el jardín de infantes. Con sol, lluvia o nieve, caminaba las cinco cuadras hasta el viejo edificio de ladrillo rojo que era mi escuela.
Antes de irme cada mañana, mi mamá me daba un gran abrazo y susurraba: “Dios te ama, Susie”. Luego me veía mientras caminaba por nuestro patio y subía los grandes escalones hasta la puerta de madera. Una vez que pasaba la puerta, cruzaba la estrecha calle y caminaba hacia la casa de mi amiga Molly para ir a la escuela juntas. Era una manera divertida de comenzar el día. Cuando la escuela terminaba a la hora del almuerzo, hacíamos el mismo camino de regreso a casa.
Un día, Molly y yo entramos en nuestra clase y nos llevamos una gran sorpresa. Había mucha gente allí, y se estaba celebrando una fiesta divertida, con pastel, juegos y canciones.
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