Estaba acostumbrada a sufrir cada mes con los dolores menstruales. Para ser sincera, me parecía que el dolor era algo normal. Mis amigas lidiaban con el mismo problema, y la mentalidad era que no había nada que pudiéramos hacer al respecto, excepto quizás tomar medicamentos para aliviar el dolor temporalmente.
Una vez, cuando viajaba desde mi casa en Río de Janeiro para ver a mis abuelos en otro estado de Brasil, el dolor se hizo tan intenso que comencé a sentir que podía desmayarme. Pero había estado asistiendo a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, donde aprendí que Dios me ama y me cuida siempre. En ese momento, pude orar con esta idea sanadora, y en una hora el dolor desapareció. Sin embargo, sabía que quería una curación permanente, por lo que comencé a pensar más en algunas de las cosas que había aprendido en la Escuela Dominical.
Durante mucho tiempo, había estado confundida con la historia de Adán y Eva en la Biblia. Ellos fueron expulsados del paraíso y fueron maldecidos a luchar y a sentir dolor, debido a un error. Para mí, no tenía sentido que Dios, al tener todo el poder y ser todo el bien, pudiera crear algo capaz de hacer algo tan malo, como crear un hombre y una mujer que fueran desobedientes. Y si de alguna manera Dios creó algo que resultó ser un error, ¿por qué no corregirlo en lugar de castigarlo por el resto de la eternidad? Puesto que Dios es todopoderoso, Él ciertamente podría haber hecho eso.
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