Lee la columna de las Cartas al Redactor en cualquier periódico o mira cuáles son las tendencias en los medios sociales, y tendrás una idea de los temas de actualidad. Recientemente, las referencias a “pensamientos y oraciones” que se dedicaron a las víctimas de tragedias han producido una reacción negativa en los debates públicos. Muchos afirman que las oraciones y los pensamientos son inadecuados y no tienen ningún valor. Dicen que hoy en día se requiere de una acción concreta.
No obstante, la gente está buscando sinceramente una respuesta sanadora a la vasta variedad de problemas sociales: tiroteos masivos, adicción a las drogas, suicidio, desesperación, depresión. La sabiduría y las soluciones son sumamente necesarias. La cuestión es: ¿Pueden los pensamientos y las oraciones cambiar el mundo?
Por supuesto, es cierto que los pensamientos y las oraciones pueden ser tan solo un esfuerzo superficial, unas pocas palabras que se dicen como parte de una rutina, pero que en realidad no se sienten. La retórica insípida jamás logra elevar nuestro espíritu, por eso fracasa. Sin embargo, he hallado que la oración y el pensamiento inspirados, basados en la comprensión de las leyes fundamentales de Dios, siempre han sido un auxilio presente y poderoso en las tribulaciones. ¿Cómo podemos traer ese tipo de contenido a la oración, y ver resultados prácticos?
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