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Original Web

El desafío y la recompensa del perdón

Del número de marzo de 2019 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 8 de enero de 2019 como original para la Web.


¿Podemos realmente perdonar a aquellos que nos producen dolor y sufrimiento? ¿Podemos encontrar ese perdón en el amor y misericordia de nuestro corazón?

En ocasiones había visto actos de sorprendente perdón, tales como los de personas que oraron por individuos que les habían quitado la vida a sus seres queridos. Y aunque esos actos de amor y misericordia cristianos me habían hecho sentir mucha humildad, nunca pude comprender la profundidad de ese perdón, o creer que yo pudiera actuar de una forma tan abnegada.

En una oportunidad, sentí que había sido engañada por las acciones de gente en la que había confiado durante muchos años. Esa sensación de que me habían atacado y traicionado afectó todos los aspectos de mi vida, y provocó sentimientos de ira y de odio que parecían imposibles de superar.

Hacía poco que estudiaba la Ciencia Cristiana, pero me di cuenta de que la intensidad de esos sentimientos era dañina, no solo para mí, sino para los miembros de la familia que, aunque compasivos, estaban cada vez más preocupados por mi reacción. Desesperada por encontrar alivio, recurrí a la Ciencia Cristiana y a la comprensión de la poderosa capacidad que nos da para responder al dolor y al sufrimiento: el poder de elegir a Dios. En Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, estaba aprendiendo que “La Verdad y el Amor son un antídoto contra este miasma mental, y así vigorizan y sostienen la existencia” (pág. 274). Estaba aprendiendo que Dios es Amor, y que el amor y la misericordia de Dios están aquí para cada uno de nosotros, incluso para aquellos que nos tratan injustamente, y a quienes quizá seamos tentados a creer que nunca podremos perdonar.

Sin embargo, aprender a perdonar de ninguna forma fue un proceso fácil para mí. Hubo muchas ocasiones en que volví a tener el dolor que había sentido al principio, así como también la indignación moral que lo había provocado. Y cada vez que sentía que esa atracción del error crecía en mi pensamiento, me volvía una vez más a la verdad espiritual de la Biblia y de los escritos de la Sra. Eddy, y a los miles de testimonios que aparecen en las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana.

Un ejemplo profundamente conmovedor de estos testimonios es un artículo de la columna “Christian Science Perspective” (Perspectiva de la Ciencia Cristiana), del sitio csmonitor.com, titulado “Newtown a year later: We choose Love” (Newtown un año después: optamos por el Amor), por Polly Castor (13 de diciembre de 2013). Este artículo describe las “colosales” manifestaciones de amor después del tiroteo en la escuela de Newtown, Connecticut, y habla con profundo convencimiento de la presencia del Amor divino en medio del temor y el odio.

Ahora comprendía la verdad de que todos somos hijos de Dios.

La escritora nos dice: “Hemos enfrentado lo peor, pero no nos hemos vuelto amargados, cínicos o temerosos. En cambio, hemos optado por amar, lo cual es la respuesta más poderosa que puede haber. No solo estamos sintiendo, sino extendiendo ese abrazo. Nos estamos esforzando por expresar un Amor infinito de tal magnitud, que no excluya a nadie, porque si todos sentimos y experimentamos el Amor verdadero, esto no volverá a ocurrir”. Este abrazo sanador se sintió por todo el estado de Connecticut cuando sus iglesias, tan solo una semana después del tiroteo, se unieron y repicaron sus campanas una vez por cada una de las 26 víctimas. “Pero en el centro de Newtown, se escucharon 28 campanadas aquel día… para incluir al perpetrador y a su madre en aquella conmemoración y oración. Fue todo un desafío hacer esto, y aunque no fue algo universalmente popular en aquel momento, sentí que era nuestro primer paso en conjunto para lograr la curación. Todos somos el hijo amado de Dios”.

Esta demostración de la Verdad y el Amor en la más tremenda de las experiencias humanas es prueba de la presencia de Dios en la vida de cada uno de nosotros. En los desafíos que enfrentamos, a menudo existe algún aspecto de pérdida humana que sugiere que podemos estar separados de Dios, el bien. Pero la Ciencia Cristiana nos muestra que, a pesar de la apariencia de pérdida e injusticia, el Principio divino está gobernando, está siempre presente para guiarnos y consolarnos, y que la respuesta a la pregunta de si podemos verdaderamente perdonar es “sí”, porque todos somos en realidad los hijos inocentes de un Dios que es del todo amoroso; no somos víctimas de los caprichos de un supuesto creador que otorga Su amor solo a unos pocos.

Lo que había sido tan difícil de comprender ahora se iba volviendo más claro para mí. Había estado condenando a aquellos que habían producido dolor y preguntándome cómo era posible que Dios lo hubiera permitido. Pero por medio de la comprensión de la Ciencia Cristiana, ahora podía ver la naturaleza impersonal del delito, y sabía que no formaba parte del individuo verdadero o de Dios. En Ciencia y Salud, la Sra. Eddy usa el término mente mortal para ayudar al lector a ver más allá de la pretensión de cualquier mente opuesta a Dios, y cómo puede negarse esta llamada mente basándonos en Su totalidad. Ahora sabía que debía manejar esta influencia de manera que esa pretensión de poder pudiera ser reducida al error, o la “nada”, que realmente era. Pude comprender que las acciones injustas de los individuos que me habían hecho daño estaban separadas de su verdadera naturaleza como hijos de Dios, y también podía ver que la ira y el odio que estaba sintiendo no formaban parte de mi identidad como hija de Dios.

Nunca antes había separado el mal comportamiento del individuo en sí. Para mí, eran una y la misma cosa. Pero ahora comprendía la verdad de que todos somos hijos de Dios, que la bondad es la verdadera naturaleza espiritual de todos nosotros, y que al aceptar esto, podemos superar los rasgos de carácter negativos en nosotros mismos y también ser una influencia importante para los demás al hacerlo. Es esta comprensión lo que nos capacita para perdonar verdaderamente.

Hallé que cuando es necesario perdonar, o ser perdonado, generalmente estamos albergando sentimientos de enojo y animadversión. Es por esta razón que llegué a entender la función fundamental que tiene el arrepentimiento sincero en el perdón. No hay nada rutinario o forzado acerca de la Ciencia Cristiana. Es una religión viviente basada en el fundamento del Amor divino, al que optamos por honrar al volvernos humilde y directamente a Dios. Y mediante nuestras diarias expresiones de fe en Su misericordia y ternura, nos elevamos por encima de las olas de la influencia mortal.

Todo acto de verdadero perdón supone apartarse del error y negarse a tomar parte en sus mentiras. Es apartarse de la ira y el odio que controlaría y devastaría nuestras vidas si se les diera el poder de hacerlo. A veces, puede que esto parezca casi imposible, pero podemos saber que cualquiera sea el dolor y el sufrimiento que estemos enfrentando, Dios es más grande, y la comprensión de Su abrazo infinito elimina todo sentimiento herido para que entonces podamos abrazar a aquellos cuya necesidad es aún más grande que la nuestra. La Sra. Eddy aconseja en Escritos Misceláneos 1883-1896: “Si consideramos el bien como algo más natural que el mal, y reconocemos que es la comprensión espiritual —el verdadero conocimiento de Dios— lo que imparte el único poder para sanar al enfermo y al pecador, demostraremos en nuestra propia vida el poder de la Verdad y el Amor” (pág. 3).

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