Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer
Original Web

La mansedumbre es poder, no debilidad

Del número de mayo de 2019 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 14 de marzo de 2019 como original para la Web.


Quizás pocas palabras en el idioma español han sido tan mal interpretadas como la palabra manso, objeto de la tercera bienaventuranza de Cristo Jesús: “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad” (Mateo 5:5).

Generalmente, se considera que manso significa débil. Sin embargo, las autorizadas enseñanzas de la Biblia y de la Ciencia Cristiana correlacionan la mansedumbre con la fortaleza invencible.

La Ciencia Cristiana enseña que dicha fortaleza es una manifestación, por medio del hombre, del poder infinito de Dios sobre todo error y discordancia; que es el resultado lógico de la comprensión espiritual que tiene el hombre de Dios, y de la unidad eterna del hombre con Él.

En sus escritos, Mary Baker Eddy, la Descubridora de la Ciencia Cristiana, a menudo asocia la mansedumbre con el poder, y también la contrasta con un falso sentido material de poder. En Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, ella escribe: “La noción de que la naturaleza animal puede dar fuerza al carácter es demasiado absurda para tomarla en consideración, cuando recordamos que por ascendiente espiritual nuestro Señor y Maestro sanó a los enfermos, resucitó a los muertos y hasta ordenó a los vientos y las olas que lo obedecieran” (pág. 67).

La relación entre la mansedumbre y el poder fue definida por Jesús mismo en estas palabras: “No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre” (Juan 5:19). Esto explica cómo Jesús pudo ser al mismo tiempo un pastor y una oveja: un pastor para aquellos que Dios le dio en el mundo, y una oveja en su relación con Él.

El Salmo 37 declara: “Los mansos heredarán la tierra” (versículo 11), y Jesús reitera esta idea en su Sermón del Monte, como se citó antes. Esa promesa indica, según estima un comentario de la Biblia, que los mansos ocuparán los puestos más elevados en la tierra: “Al ser hombres de paz ahora, serán los administradores adecuados en el reino venidero del Príncipe de Paz en la tierra” (Robert Jamieson, A. R. Fausset, and David Brown, A Commentary on the Old and New Testaments, Vol. II, p. 180). 

De acuerdo con un diccionario de la Biblia, la mansedumbre no es la ausencia de poder, sino el “fruto del poder”. “Se supone comúnmente que cuando el hombre es manso lo es porque no puede evitarlo; pero el Señor fue ‘manso’ porque tenía los recursos infinitos de Dios a [su] disposición” (W. E. Vine, Vine’s Complete Expository Dictionary of Old and New Testament Words, p. 401).

The Interpreter’s Bible dice: “Los mansos confían en Dios y defienden a Dios. Por lo tanto, son fuertes. Su valor se mantiene firme, y nunca saben cuándo son vencidos. Realmente, saben que si están de acuerdo con Dios no pueden ser vencidos. Su fortaleza moral es inquebrantable” (Vol. IV, p. 195).

Otro comentario resume que la mansedumbre es más poderosa que el orgullo; más poderosa que el orgullo intelectual de los rabinos, más poderosa que el orgullo de los romanos por el imperio, más poderosa que el orgullo de los griegos por su cultura (véase J. R. Dummelow, ed., A Commentary on the Holy Bible, p. 640). 

Ciencia y Salud señala: “El orgullo del sacerdocio es el príncipe de este mundo. No tiene nada en el Cristo. La mansedumbre y la caridad poseen autoridad divina” (pág. 270).

La Biblia está llena de ejemplos de la mansedumbre y sus recompensas.

En la Ciencia Cristiana, la mansedumbre —una cualidad que la Sra. Eddy compara con frecuencia con la pureza y el amor— capacita al hombre para contrarrestar la tendencia mortal hacia el pecado, la enfermedad y la muerte. La mansedumbre se opone a la lujuria, el odio y la venganza. En Escritos Misceláneos 1883–1896, ella afirma: “La mansedumbre, moderando el deseo humano, inspira sabiduría y logra el poder divino” (pág. 360). 

La Biblia está llena de ejemplos de la mansedumbre y sus recompensas: La respuesta de Moisés ante la rebeldía de su hermana Miriam y su resultante reconciliación; la generosidad de Abraham hacia Lot, y la promesa de Dios de que Abraham y su descendencia heredarían toda la tierra que él pudiera ver en toda dirección; la manera en que Jesús cedió a la voluntad divina en Getsemaní, y su subsecuente resurrección.

 Tal vez el ejemplo bíblico más convincente de mansedumbre, después del ejemplo del Maestro, fue el de la mujer a la que con frecuencia se identifica como María Magdalena, cuya humildad, contrición y arrepentimiento son señalados por la Sra. Eddy al principio del capítulo “La práctica de la Ciencia Cristiana” en Ciencia y Salud, para ilustrar los requisitos previos esenciales de la curación cristiana (véanse págs. 362-367). Uno podría haber esperado que un capítulo que elucida las reglas para la curación comenzara con un relato de las curaciones de Jesús; del ciego, los leprosos, de los cojos y los tullidos. Pero la Sra. Eddy comprendía algo más profundo —las cualidades de pensamiento que abren más ampliamente las puertas al Cristo sanador— y comenzar con ellas es casi como decir que sin esas cualidades las reglas para la curación que llenan el capítulo serán de uso limitado. 

“¿Quién heredará la tierra?”, pregunta ella en La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea. “Los mansos, quienes se sientan a los pies de la Verdad y bañan el entendimiento humano con lágrimas de arrepentimiento y lo limpian de toda mancha de justificación propia, hipocresía, envidia; ellos heredarán la tierra, porque ‘la sabiduría es justificada por sus hijos’” (pág. 228).

La mansedumbre, ejemplificada por las cualidades de humildad, tolerancia y paciencia, como lo explica Efesios 4:2, representa una reprimenda al código de ojo por ojo. Revestirse de la cualidad de manso significa desprenderse de la arrogancia, la vanidad, la justificación propia y el engreimiento. Este es el precio a pagar por la rica herencia del reino de Dios.

Una indicación de la mansedumbre y la tolerancia propias de la Sra. Eddy se describe en la reminiscencia de uno de sus estudiantes, Joseph Mann: “Estoy agradecido por haber sido testigo del espíritu pionero con el que nuestra amada Guía peleó ‘la buena batalla de la fe’. Fue un combate tranquilo; un combate que fue tan victorioso en el comienzo como probó serlo al final, un combate tan repleto de AMOR ¡que no dejó enemigo maltratado o vencido a su paso!” (Reminiscence of Joseph Mann, p. 21; The Mary Baker Eddy Library; © The Mary Baker Eddy Collection).

Los impulsos interiores de humildad y bondad eran un poderoso mandato en el corazón de la Sra. Eddy, y les fueron impartidos a sus estudiantes desde los primeros días del movimiento que ella fundó, como se refleja en esta admonición a La Primera Iglesia de Cristo, Científico, en Boston, respecto a una “sutileza jurídica”: “No manchéis, os lo imploro, el comienzo de la historia de la Ciencia Cristiana con los impulsos de la voluntad y el orgullo humanos; sino dejad que la voluntad divina y la nobleza de la mansedumbre humana gobiernen esta transacción, en obediencia a la ley del Amor y a las leyes de nuestro país” (Escritos Misceláneos, pág. 141). 

Como indica la tercera bienaventuranza, la mansedumbre es una exigencia moral que brinda a la humanidad entrada segura al lugar más excelso: el reino de los cielos. Y como la vida misma de Cristo Jesús y su triunfo final sobre la creencia de la existencia material ilustra, la bendición que viene al obedecer la tercera bienaventuranza es que los mansos de hecho sí heredan la tierra.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / mayo de 2019

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.