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Original Web

Una lección sanadora sobre el amor de Madre

Del número de mayo de 2019 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 19 de marzo de 2019 como original para la Web.


Una noche, hace aproximadamente un año, no podía dormir porque tenía mucho dolor de estómago. Mi primera reacción fue orar. Escuché la Lección Bíblica de esa semana del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana un par de veces y oré con algunas de las ideas que encontré allí. También leí algunos artículos de JSH-Online.com que me habían resultado útiles en el pasado, y leí de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. A pesar de esto, el dolor no desapareció y cada vez me resultaba más difícil concentrarme en leer u orar.

Alrededor de las 3:00 de la mañana me vinieron estas palabras de Ciencia y Salud: “Si los estudiantes no se sanan prontamente a sí mismos, debieran acudir sin demora a un Científico Cristiano experimentado para que los ayude” (pág. 420). Vivía en casa con mi mamá, que era practicista de la Ciencia Cristiana. No quería despertarla, especialmente tan de madrugada, pero debido a la incomodidad que sentía, vi que no tenía otra opción. Estaba decepcionada de no haber sanado por mí misma, pero como esa cita había llegado a mi pensamiento, me di cuenta de que tal vez lo que necesitaba era algo de humildad.

Cuando entré en la habitación de mi mamá, ella se despertó; le dije que tenía mucho dolor y le pedí si podía orar por mí. A los pocos segundos de expresarle mi preocupación y pedido, el dolor desapareció por completo. En realidad, estaba tan sorprendida ¡que me tomó un minuto o dos decir algo más! La dificultad que en un minuto había parecido tan abrumadora, había desaparecido por completo en el siguiente. Le dije a mi mamá que había sanado y ambas estuvimos muy agradecidas a Dios.

En la mañana, mi mamá me dijo que, el día anterior, había estado orando con este pasaje de Ciencia y Salud sobre la maternidad: “El afecto de una madre no se puede desligar de su hijo, porque el amor de madre incluye la pureza y la constancia, ambas inmortales. Por lo tanto, el afecto materno perdura bajo cualquier dificultad” (pág. 60). Mientras oraba ese día, ella había entendido más claramente que estas cualidades nunca se le podrían quitar ni a una madre ni a un hijo, porque su origen divino es más poderoso que cualquier dificultad que podamos enfrentar. También vio que este amor no depende de ninguna persona —el amor de Madre de Dios siempre está presente para todos.

Mi mamá me dijo que cuando la desperté en la noche, lo que le vino al pensamiento fue esta frase: “¡No, tú eres amada!”. Ella sabía con convicción que este dolor no podía ser parte de mí, puesto que Dios me ama infinitamente.

Poco después de que mi mamá falleciera, cuando me sentía triste, recordaba esta experiencia y pensaba en lo poderosas que son estas ideas. El hecho de que hubieran tenido un impacto tan sanador esa noche me mostró que deben ser ciertas. Me ha ayudado a darme cuenta de que nunca puedo perder el verdadero amor de Madre.

Esta fue una expresión muy maravillosa y significativa del amor maternal divinamente inspirado, y estoy muy agradecida por poder compartir esta curación.

Lizzie Witney
Banstead, Surrey, Reino Unido

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