Utilizamos contraseñas para proteger nuestras computadoras, teléfonos celulares y cuentas online. Por supuesto, lo hacemos porque no queremos que nada ni nadie pueda acceder o corromper nuestra importante información personal. Pero, ¿podemos tener el mismo cuidado con lo que dejamos entrar en nuestro pensamiento?
Cristo Jesús declaró que el reino de Dios está dentro de nosotros, dentro de la consciencia (véase Lucas 17:21, KJV). Y en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, Mary Baker Eddy explica en una interpretación espiritual del Salmo 23 que la consciencia es la “casa” en la que moramos: “…en la casa [la consciencia] del [AMOR] moraré por largos días” (pág. 578). Saber que realmente vivimos en el reino de Dios, la consciencia del Amor, eleva nuestros móviles y deseos e inspira acciones más amorosas.
Entonces, ¡qué importante es defender la “casa” mental en la que moramos! De la misma manera que nunca consentiríamos a sabiendas que un virus corrompiera nuestra computadora, deberíamos estar en guardia no permitiendo que el temor, el resentimiento, la ira, la falta de honradez o la sensualidad, ya sea de manera sutil o agresiva, tenga acceso ilegalmente a nuestros pensamientos, quitándonos la paz, la inocencia o la alegría.
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