Ofrezco este relato de curación a todos aquellos que han estado orando por un problema de relación por mucho tiempo, con lo que parecen ser muy pocos resultados.
Cuando mi esposo y yo nos casamos, hacía mucho tiempo que él estaba distanciado de su madre. La desavenencia era tan severa que él ya no la llamaba Mamá. Ella no asistió a nuestra boda, y yo nunca la había conocido. En los primeros años de nuestro matrimonio, ocasionalmente le sugería a mi marido que sería bueno que le enviara una tarjeta para el día de la Madre o para su cumpleaños, pero siempre recibía el mismo “No”, lo que me indicaba que la puerta estaba cerrada a todo contacto. Pronto me di cuenta de que tenía que dejar que Dios me guiara.
Pocos años antes de casarme, yo había tomado instrucción en clase de la Ciencia Cristiana, un curso para aprender cómo sanar por medio de esta Ciencia. En aquella época, había aprendido que Mary Baker Eddy, quien descubrió la Ciencia Cristiana, dijo que ella oraba todos los días de la siguiente manera: “Dios, bendice a mis enemigos; hazlos Tus amigos; dales a conocer la alegría y la paz del amor” (La Primera Iglesia de Cristo, Científico y Miscelánea, pág. 220). Adopté esta oración de inmediato, la hice mía, y me esforzaba por orar por mí misma y el mundo cada día de esta forma.
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