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Original Web

Sana de dolor e inmovilidad en el brazo

Del número de mayo de 2020 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 10 de febrero de 2020 como original para la Web.


Hace varios meses, un viernes o sábado, comencé a experimentar un debilitante dolor e inmovilidad en un brazo. La incomodidad me mantuvo despierta por la noche. Fue un fin de semana difícil. A pesar de mis oraciones, el lunes por la noche estaba muy angustiada.

Más temprano ese día, le había mencionado el problema a un practicista de la Ciencia Cristiana que estaba orando por otro asunto que me concernía en ese momento. Dijo que ciertamente también incluiría esto en su tratamiento metafísico por mí.

Sin embargo, esa noche, todavía tuve problemas para dormir. Cuando comencé a orar de nuevo, lo que me vino al pensamiento fue una declaración de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy de la Lección Bíblica de esa semana: “Mantén las verdades de la Ciencia Cristiana: que el Espíritu es Dios, y por lo tanto no puede estar enfermo; que lo que se denomina materia no puede estar enferma; que toda causalidad es la Mente, obrando por medio de la ley espiritual. Luego mantén tu posición con la firme comprensión de la Verdad y el Amor, y triunfarás” (pág. 417). 

Conocía esta declaración de memoria, y pensé en ella por un rato. ¿De qué hechos de la Ciencia Cristiana estaba absolutamente convencida? Sabía que Dios, por ser el Espíritu, no puede causar la enfermedad o estar enfermo; tampoco lo puede la materia, a la que Mary Baker Eddy llama “un estado subjetivo de la mente mortal” (Ciencia y Salud, pág. 108), porque no tiene sustancia ni inteligencia. Pero yo todavía tenía dolor y me sentía lejos de “triunfar”. Me pregunté cómo podía encontrar el dominio prometido a los hijos de Dios en el primer capítulo de Génesis en la Biblia.

Entonces recordé esta parte de la declaración con la que había estado trabajando: “Toda causalidad es la Mente”, con M mayúscula, lo que significa la Mente divina, no la mente mortal. Y me di cuenta de que podía y necesitaba mantener que esa Mente, Dios, era mi Mente, puesto que soy el reflejo de la Mente. En esta Mente perfecta y su idea no hay enfermedad. De repente, vi que mi dominio espiritual proviene de abandonar la creencia de que tenemos una mente mortal limitada que puede causar enfermedades, y de reconocer que la única Mente divina y perfecta es nuestra única causa. Así es como “triunfaría” y experimentaría el dominio que Dios me había dado sobre la materia.

Inmediatamente después de este reconocimiento, me vino otro pasaje de Ciencia y Salud: “Toma consciencia por un solo momento de que la Vida y la inteligencia son puramente espirituales —ni están en la materia ni son de ella— y el cuerpo entonces no proferirá ninguna queja. Si estás sufriendo por una creencia en la enfermedad, repentinamente te encontrarás bien” (pág. 14). Cuando terminé de leer, me di cuenta de que mi cuerpo no se quejaba. Era como si hubiera apagado un interruptor. Estaba completamente libre del dolor y de la inmovilidad, y así seguí al día siguiente y a partir de ese momento.

En la Ciencia Cristiana, esperamos curaciones rápidas y, aunque he tenido muchas, esta curación fue inmediata.

Joann Smedley
Scarsdale, Nueva York, EE.UU.

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