Cuando sentió un dolor agudo en la parte baja del abdomen, Jacqueline oró con la ayuda de una practicista de la Ciencia Cristiana y reconoció que habita únicamente en el reino de los cielos, bajo la protección de Dios. Al volverse cada vez más consciente del amor de Dios por ella, dejó de centrarse en el dolor, que desapareció por completo.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!