Cuando estaba en sexto grado, me tomaron una prueba de inteligencia en la escuela. Después, me dijeron que yo tenía la inteligencia de una niña de cuarto grado. Sin embargo, como había aprobado todas las materias, la escuela me permitió pasar a séptimo grado.
Después de comenzar ese grado, mi maestra se enojó conmigo. Me dijo que no había aprobado mi prueba de ortografía porque no estaba prestando atención. Pero yo había estado prestando atención; simplemente no podía escuchar claramente las palabras de la prueba que la maestra leía en voz alta en clase. No lograba entender la mitad de ellas y me sentía muy frustrada. No quería decírselo a nadie porque me encantaba mi escuela, y tenía miedo de que me obligaran a irme si sabían que no podía escuchar lo que estaba ocurriendo. Así que no se lo dije ni a mi madre ni a mi maestra de la Escuela Dominical. Decidí orar por esto por mi cuenta.
Comencé pensando en las cosas que había aprendido en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana. Cosas como el Padre Nuestro de la Biblia y “la declaración científica del ser” de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy (pág. 468). Si el hombre no es material sino espiritual, como dice “la declaración científica del ser”, entonces no puede tener un problema auditivo, porque el hombre no está hecho de materia que puede fallar y dejar de funcionar. Y si Dios es “todo-armonioso”, como dice el sentido espiritual del Padre Nuestro en Ciencia y Salud (véanse págs. 16-17), entonces yo tenía que ser capaz de escuchar armoniosamente, ya que estoy hecha a imagen y semejanza de Dios.
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