En esta época en que tantos países del mundo enfrentan caos migratorio, muchos con razón preguntan: “¿Qué podemos hacer para que las cosas mejoren?”. Esta idea me vino al pensamiento recientemente mientras reflexionaba acerca de los preocupantes problemas que existen en la frontera sur de los Estados Unidos, y que han recibido tanta publicidad. Tiene que haber una solución, alguna forma de progresar, cierto alivio a los desafíos que enfrentan tanto los inmigrantes como los ciudadanos de los países a donde se quieren trasladar.
A veces esos problemas pueden parecer tan complejos, que no sabemos cómo o por dónde empezar. Sin embargo, he encontrado que la Biblia y el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, son un lugar eficaz donde comenzar. Los mismos pueden servir como guías espirituales prácticas cuando se enfrentan desafíos.
La Biblia nos asegura: “La oración ferviente de una persona justa tiene mucho poder y da resultados maravillosos” (Santiago 5:16, NTV). Yo ciertamente quiero que mis oraciones sean poderosas y eficaces, y no un esfuerzo insustancial e ilusorio, y este versículo de la Biblia indica la condición que se requiere para que esto ocurra: Tengo que comenzar por mí mismo y vivir tan correctamente como pueda. De manera que, comienzo mi oración asegurándome de no sentir ira, impaciencia, resentimiento, animosidad, temor ni ninguna otra cualidad que no emane de Dios. En la medida en que hagamos esto, nuestras oraciones reflejarán el poder y la eficacia de Dios que hacen que traigan bendiciones tangibles. Y esto nos afianza en nuestro deseo de ayudar a sanar asuntos más importantes, tal como la inmigración, con la confianza de que nuestras oraciones revelarán pasos de progreso que serán buenos para todos.
Yo ciertamente quiero que mis oraciones sean poderosas y eficaces, y no un esfuerzo insustancial e ilusorio.
A veces este proceso puede cuestionar creencias profundamente arraigadas. Por ejemplo, comúnmente se cree que cuando proveemos a alguien de algo, habrá menos para otras personas. Al seguir esta lógica, si las vidas de los inmigrantes van a recibir más bien en forma de comida, trabajos y viviendas, entonces habrá menos para los ciudadanos que están actualmente en su nuevo país. Sin embargo, el hecho de que las oraciones de Cristo Jesús hayan alimentado a una multitud de cinco mil personas, muestra cómo se pueden manejar las situaciones difíciles de una manera que no deje a nadie afuera. Aunque la gente tenía tan solo cinco panes y dos peces colectivamente —cantidad de comida aparentemente insignificante para alimentar a tantos— Jesús la tomó y la bendijo. Luego se la dio a sus discípulos quienes se la entregaron a la gente. La comida no solo fue suficiente para todos, sino que sobraron doce canastas llenas (véase Mateo 14:14-21).
Este inspirador relato puede alentarnos a reconocer que el poder de Dios, demostrado por medio de la oración justa, tiene la capacidad de responder a las necesidades inmediatas de todos sin que quede menos para nadie. Ciencia y Salud explica: “En la relación científica entre Dios y el hombre, encontramos que todo lo que bendice a uno bendice a todos, como lo mostró Jesús con los panes y los peces, por ser el Espíritu, no la materia, la fuente de provisión” (pág. 206). Comprender que la totalidad del Espíritu, de Dios, es el contexto en el cual vivimos, nos capacita para comprender que el Amor divino provee soluciones sustanciales para todo. Esto nos libera del temor a la escasez o la pérdida, abriendo de este modo nuestro pensamiento al Amor divino y capacitándonos para sentir el amor espiritual por quien sea que descansen nuestros pensamientos. De esta manera, situamos nuestras oraciones a fin de que sean poderosas y eficaces para quienes abrazan nuestras oraciones. Y estas también nos bendicen a nosotros, a medida que nuestras vidas son elevadas por las cualidades espirituales que expresamos.
Al pensar detenidamente para saber por el bienestar de quién debía orar, me sentí impulsado a orar por la seguridad y el bienestar de los inmigrantes. Pero podríamos ser guiados a incluir a otros en nuestras oraciones: miembros de la familia que han sido olvidados, o todos los ciudadanos de los países de los que huyen los inmigrantes. También podemos orar para apoyar a quienes están encargados de manejar el flujo de inmigrantes. Siempre he hallado que reflexionar para saber a quién abrazar en mis oraciones es cuestión de sentir que el Amor divino actúa en mi corazón, primero al impulsarme a actuar y luego al guiarme hacia dónde y cómo puedo hacer el mayor bien.
Con todo el caos asociado con esta situación, siempre siento que es importante comenzar con los siguientes hechos espirituales: Todos somos los hijos amados de Dios, y estamos abrazados en Su amoroso cuidado y protección. Además, Él responde a todas nuestras necesidades, conduciéndonos y guiándonos a todos, enseñándonos y mostrándonos cómo avanzar con perfecta sabiduría. Por este motivo, oro para saber que el amor de Dios se manifiesta de formas que responden a las necesidades específicas de cada inmigrante. Si bien las circunstancias y soluciones pueden variar, parece obvio que todos estamos buscando algo mejor en la vida: un ambiente más seguro y estable donde vivir y criar nuestras familias, trabajo productivo que satisfaga las necesidades, mejores oportunidades educativas, y así sucesivamente. Me di cuenta de que estos objetivos son en realidad bendiciones que Dios nos ha otorgado a todos, y, por lo tanto, es correcto que todos anhelemos tenerlas. Entonces, es correcto que yo ore para saber que Dios los bendecirá de estas formas también. Y es correcto orar por todas las personas de esta manera; no solo para saber que esto es verdad para los inmigrantes y aquellos que están recibiendo un flujo de ellos, sino también para ver que nadie está fuera del cuidado de Dios.
No necesitamos predeterminar cómo el amor de Dios traerá las soluciones correctas. Podemos confiar en que la sabiduría infinita de Dios responderá a las necesidades de cada persona de manera correcta, y mejor de lo que pudiéramos imaginar. Como nos dice la Biblia: “Mis pensamientos no se parecen en nada a sus pensamientos —dice el Señor—. Y mis caminos están muy por encima de lo que pudieran imaginarse. Pues así como los cielos están más altos que la tierra, así mis caminos están más altos que sus caminos y mis pensamientos, más altos que sus pensamientos” (Isaías 55: 8, 9, NTV). Necesitamos la disposición y la humildad de poner nuestra confianza en Dios y dejar que Su guía nos dirija a nosotros y a los demás en todos los caminos, incluso cuando los mismos no son lo que nosotros podríamos haber esperado. Y los caminos de Dios siempre son los mejores, bendicen a todos los que están envueltos con la bondad y el amor.
Una forma de poner a prueba nuestras oraciones es preguntarnos si nuestras oraciones nos han cambiado; si “amamos mejor a nuestro prójimo debido a este ruego”, y al asegurarnos de que “el egoísmo ha dado lugar a la bondad” (Ciencia y Salud, pág. 9). Si sentimos más altruismo, que amamos más a nuestro prójimo, vamos por el camino correcto, y podemos confiar en que nuestras oraciones están haciendo el bien. Si no sentimos esa generosidad y amor, es señal de que algo necesita cambiar en nuestra forma de pensar. Dios nos guiará aun en esa tarea para que podamos cumplir con Su bendición y propósito sanador. De esta manera, podemos contribuir con más eficacia a la curación de estos desafíos de la inmigración. Y cumpliremos la promesa de Dios de que Su Palabra “siempre produce fruto; logrará todo lo que yo quiero, y prosperará en todos los lugares donde yo la envíe” (Isaías 55: 11, NTV).
    