¿Te has preguntado alguna vez por qué existes, si tienes un propósito o si eres simplemente un accidente de la biología, arrastrado por los vientos del azar? Yo sí. Un día de verano, cuando tenía unos siete años, de pronto tomé consciencia realmente de mí misma como un ser consciente, y le pregunté a Dios: ¿Por qué tiene que haber un “yo”?
La Biblia relata que Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza” (Génesis 1:26), y “Vosotros sois mis testigos. . . y mi siervo que yo escogí” (Isaías 43:10). Dado que esto indica qué, quiénes y cómo somos realmente, necesitamos saber quién y qué es Dios si queremos comprender quiénes y qué somos al ser Sus testigos, Su semejanza.
Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana y autora de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, fue una estudiante devota de la Biblia toda su vida, y en las Escrituras encontró siete sinónimos (algunos mencionados directamente y otros implícitos) que definen la naturaleza de Dios y nuestra naturaleza como Su semejanza: Mente, Alma, Espíritu, Vida, Verdad, Amor y Principio. Estos términos se escriben con mayúscula en todas sus obras como nombres de Dios. Esta comprensión más amplia de Dios lleva a la curación de todo tipo de problemas y males que resultan del temor, el pecado o la ignorancia acerca de la naturaleza de Dios y el hombre.
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