A mediados de la década de 1970, hice un viaje de negocios de Los Ángeles a Frankfurt, Alemania. El viaje comenzó a última hora de la tarde e incluyó un cambio de avión en la Ciudad de Nueva York. Cuando llegué allí, tenía síntomas de gripe, y eran tan agresivos que no podía pensar con suficiente claridad como para orar por mí mismo.
No había asientos vacíos en la sala de espera para el vuelo a Frankfurt, así que me senté en el piso y comencé a leer cuidadosamente el capítulo “La práctica de la Ciencia Cristiana”, de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. Continué leyendo durante el vuelo a Frankfurt y terminé de leerlo mientras el avión se preparaba para descender.
Cuando finalicé el capítulo, me di cuenta de que había sanado por completo. Y aunque había estado leyendo toda la noche, también me sentía descansado, como si acabara de dormir bien. Además, había un asistente de vuelo sentado a mi lado durante el descenso. Me dijo que todos los asistentes de vuelo tenían gripe cuando salimos de Nueva York, y que se sentían bien al llegar a Frankfurt.
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