Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer
Original Web

Para jóvenes

Qué hacer acerca del racismo

Del número de enero de 2021 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 26 de octubre de 2020 como original para la Web.


Christian Kongolo es un hombre de raza negra que vive en Oslo, Noruega, y que a menudo ha tenido que lidiar con el hecho de ser “diferente”. No obstante, admitió, no fue sino hasta hace poco que comenzó a ver la importancia de abordar temas como el racismo de una manera que genere un cambio más marcado y perdurable. Él conversó con Jenny Sawyer, del Sentinel, sobre cómo ha estado pensando, orando y hablando sobre el racismo con las personas de su entorno. 

Christian, cuéntanos cuál era tu posición respecto a algunos de estos temas relacionados con la raza hasta hace seis meses.

Tan solo como un ejemplo, escuchaba decir que la gente quería que hubiera una mayor representación de personas de color en las películas. Honestamente, yo no veía la necesidad de hacerlo. Me crié como Científico Cristiano, y siempre he tenido la tendencia a concentrarme en otras cosas en lugar de en la apariencia o el color de la piel de las personas, porque aprendí en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana que nuestra identidad nuestra identidad espiritual como Dios, el bien, la creó va más allá de estas características físicas. Esto no quiere decir que la diversidad no sea importante; lo es. Simplemente no era algo en lo que pensara tanto.

Pero recientemente, como ha habido más discusiones sobre las formas sutiles del racismo y cómo conducen a esta falta de representación y hasta exclusión, entendí de un modo mucho más profundo que no podemos pasar por alto las formas en que ciertas personas han sido marginadas y estereotipadas —y cosas peores aún— debido al color de su piel.

¿Has experimentado esto alguna vez en tu propia vida?

Al buscar trabajo, estuve hablando con varios grupos dentro de las organizaciones donde había solicitado empleo y rápidamente me di cuenta de que todos eran blancos. Incluso en mi trabajo actual, soy uno de los pocos empleados de raza negra. Y es tan inusual ver gente de color trabajando en la industria financiera aquí en Oslo, que un hombre blanco expresó explícitamente su asombro cuando descubrió que yo trabajaba en finanzas.

También he notado que hay ciertos estereotipos sobre la gente negra que he tenido que enfrentar; por ejemplo: no son competentes o no son la mejor gente que debe estar en mi industria en particular.

Esto definitivamente me hizo ver cuán importante es la representación, porque me doy cuenta de que tener más diversidad ayuda a terminar con los estereotipos. No somos tan solo personal de limpieza, músicos y atletas.

Ahora que has visto la necesidad de lidiar con este problema de manera más directa, ¿cómo estás orando al respecto?

Una de las cosas que encuentro útil es reflexionar sobre un artículo de la Descubridora de la Ciencia Cristiana, Mary Baker Eddy, titulado “El camino”, en el que explica por qué el conocimiento de uno mismo, la humildad y el amor son requisitos para tener una curación eficaz (véase Escritos Misceláneos 1883–1896, págs. 355–359). Creo que la combinación de las tres cualidades es muy importante, porque he encontrado a mucha gente que quiere ir directamente al amor. Pero ese amor, o lo que es en verdad tan solo la apariencia del amor, puede terminar pasando por alto todo lo que está mal sin resolverlo realmente.

Pienso en ello de esta forma: Si tienes una botella que está llena de agua sucia, primero debes vaciarla antes de poder llenarla con agua pura. Y el conocimiento de uno mismo y la humildad son parte de “vaciar la botella”. Primero tenemos que darnos cuenta de que el agua está impura. Luego, debemos reconocer, con humildad, que ya no estamos dispuestos a soportar más el agua impura. Queremos deshacernos de ella por completo. Y después, una vez que lo hacemos, podemos llenarla hasta el borde con esa agua pura, con el amor.

No abordamos el racismo tan solo arrojándole amor a la gente, porque eso no nos permite considerar seriamente nuestro propio pensamiento y corazón, y que quizá necesitemos cambiar; o que tal vez tengamos prejuicios, o sintamos que somos privilegiados o que estuvimos en situaciones en las que nos hemos equivocado.

¿Dónde están los lugares sutiles donde los pensamientos malvados acerca de nuestros hermanos y hermanas podrían estar al acecho? ¿Podemos, con humildad, reconocer que todos tenemos mucho por aprender? ¿Estamos dispuestos a dejar entrar más luz de la Verdad divina para poner al descubierto los pensamientos negativos que parecen ser nuestros, pero que en última instancia no nos pertenecen porque no vienen de Dios? Este tipo de oración nos permite amar con mucha más eficacia, porque entonces estamos haciendo lo que Jesús nos pidió que hiciéramos en una de sus enseñanzas: quitar la viga de nuestro propio ojo, lidiar con nuestros propios puntos ciegos. Entonces no permitimos que nos repriman los pensamientos limitados o feos que nos impedirían irradiar ese amor puro que proviene de Dios y sana.

¿Cómo ha cambiado esta oración tus conversaciones sobre el racismo?

Aquí en Noruega, cuando surge la palabra racismo, he escuchado a las personas decir cosas tales como: “¿Qué sentido tiene hablar de esto que solo nos dividirá?”. No quiero decir que tengamos que hablar del racismo todo el tiempo; realmente lo que deberíamos hacer constantemente es orar para conocernos a nosotros mismos, tener humildad y expresar amor. Pero ahora, cuando escucho cosas como esas, reconozco que esa forma de pensar es lo que la Biblia llama “Paz, paz; y no hay paz” (Jeremías 6:14).

No podemos fingir que todos vivimos en igualdad y que estamos unidos cuando ese no es el caso. Al limpiar la casa no barres la suciedad debajo de la alfombra, porque entonces las cosas quedan tan sucias como antes, aunque no puedas verlas.

Creo que la curación del racismo en nuestro mundo comienza cuando tenemos las conversaciones difíciles dentro de nosotros mismos y con los demás. Pero es importante tener en cuenta que estas conversaciones no son recriminatorias. Esto es lo que me encanta de la Ciencia Cristiana: Nos enseña a poner al descubierto las cosas que no están bien sin relacionarlas con nosotros mismos o los demás. Tenemos que asumir la responsabilidad de los pensamientos que aceptamos. Pero en última instancia, si esos pensamientos no son de Dios, no forman parte de nosotros y podemos liberarnos de ellos. Todos podemos hacerlo. Es entonces que comenzamos a encontrar la igualdad y la unidad que son reales y perdurables.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / enero de 2021

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.