Hace años, poco después de que mi esposo y yo nos separáramos, me mudé de nuestra casa (de la que éramos propietarios) a un apartamento (que tuve que alquilar), con nuestros dos hijos pequeños. Como yo tenía tres trabajos, uno de los cuales era bien remunerado en una empresa, no me preocupaban las finanzas. Pero un mes más tarde, de repente, todo el personal fue despedido porque la compañía había quebrado. Cerró cuatro días después. El sueldo que me habían estado pagando era casi el 80 por ciento de mis ingresos semanales.
Como artista gráfica también hacía un poco de trabajo independiente, pero en aquel entonces no tenía ninguna ocupación extra ni se me debía dinero. Tenía que pagar mi alquiler mensual en cinco días, pero solo me quedaban USD 23 en el banco.
Mi situación era drástica. Como hago siempre que el camino por delante es incierto, me volví a Dios y humildemente pedí Su guía con la plena expectativa de una respuesta. De inmediato, estas palabras del libro de texto de la Ciencia Cristiana me vinieron al pensamiento: “¿Estamos realmente agradecidos por el bien ya recibido? Entonces aprovecharemos las bendiciones que tenemos, y así estaremos capacitados para recibir más” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, Mary Baker Eddy, pág. 3).
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