“Es, sin duda, una época de mucha ira”, escribe Katherine Ellison en la sección de Salud de The Washington Post. Ella informa: “Los expertos en salud mental están preocupados por el aumento de la violencia doméstica y el abuso de las drogas y el alcohol, advirtiendo que los estadounidenses necesitan con urgencia mejores herramientas para calmar las tormentas emocionales”.
Una cosa es responsabilizar a alguien por las maldades o injusticias cometidas. Pero a veces podemos ceder a la atracción de la ira y el mal genio. ¿Hay una base más firme que podamos encontrar para tener pensamientos claros y acciones razonables, en lugar de reacciones basadas en las emociones, que provoquen un cambio provechoso?
Como la mayoría de nosotros, he expresado ira tanto como la he recibido; algunos casos parecían justificados y otros infundados. Una noche, me senté afuera de la puerta cerrada con llave del dormitorio de mi hija adolescente mientras ella gritaba “¡Te odio!” durante horas. La entendía. Yo había cometido un error y la había avergonzado delante de sus amigos.
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