Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer
Original Web

El plan del bien infinito de Dios

Del número de agosto de 2021 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 16 de agosto de 2021 como original para la Web.


Hay un chiste muy conocido: “¿Quieres oír reír a Dios? Cuéntale tus planes”. Si bien esta es obviamente una visión humana de Dios y está destinada a ser tomada a la ligera, me ha servido como un recordatorio de que necesito estar dispuesto a dejar mis planes a un lado y escuchar a Dios. 

Después de graduarme, tenía el plan de ir a la facultad de posgrado, luego enseñar en una universidad. Pero al comienzo de mi tercer semestre en esa facultad, fui reclutado por el Ejército. Decir que estaba molesto por lo sucedido es quedarse realmente corto. Esto no solo interfería en mis planes, sino que sentía que yo era física y temperamentalmente inadecuado para el ejército, y me oponía a la guerra que mi país estaba librando en ese momento.  

Odiaba el Ejército, mi situación y a los instructores militares. Este resentimiento —y seamos sinceros, este miedo— estaba haciendo que mi entrenamiento básico fuera una pesadilla. Contraje una afección en la espalda que hizo que el entrenamiento físico fuera doloroso, y una infección en las vías respiratorias superiores que hacía que continuamente tuviera dificultad para respirar. Además, estaba perdiendo mucho peso.

Necesitaba ajustar mi actitud, o tal vez lo que la Biblia llama arrepentimiento, es decir, pensar de nuevo o de manera diferente.  

La revolucionaria religiosa Mary Baker Eddy reveló que los pensamientos impíos, como el odio, el temor y el resentimiento, no son nuestros pensamientos. Parecen ser impuestos sobre nosotros por lo que ella llamó mente mortal, y lo que San Pablo llamó la “mente carnal [que] es enemistad contra Dios” (Romanos 8:7, KJV). Era esta creencia de una mente mortal o carnal lo que me había convencido de que tenía un cuerpo material defectuoso y estaba atrapado en circunstancias penosas.

Necesitaba reemplazar esos pensamientos impuestos por pensamientos de amor semejantes a Dios, y confiar en que Él me guiaría y protegería. La interpretación espiritual de las Escrituras que da Eddy nos asegura que Dios es Espíritu, y nosotros somos Su imagen y semejanza: Sus hijos amados. Siempre estamos en nuestro lugar correcto, somos uno con Dios.

Se produjo un cambio cuando me negaron otro privilegio debido a que me estaba quedando atrás en el entrenamiento físico. Lo que pensé en ese punto tan bajo fue que tenía que amar. Comencé a darme cuenta de que los sargentos instructores estaban preparando a estos jóvenes para sobrevivir al combate en la selva. No eran intencionalmente crueles; sus métodos de entrenamiento eran simplemente sus más elevados conceptos de servicio.  

Cuando gradualmente reemplacé los pensamientos impíos con amor por los sargentos instructores y confianza en la protección de Dios, todo comenzó a cambiar. Llegué a percibir que no eran mis planes los que importaban, sino el plan infinito de bondad de Dios para mí y para todos los demás. Me di cuenta de que sólo podía estar en el lugar correcto, cumpliendo Su plan, porque Él es omnipresente. Nunca podría estar donde Dios no esté y no me esté dirigiendo.

Cuando alineamos nuestros pensamientos con Dios, somos capaces de ver y experimentar Sus amorosos planes de bien para todos.

Con este arrepentimiento, paulatinamente sané de las dolencias físicas. El resto de mi experiencia militar fue armoniosa y demostró ser un tiempo de renovación espiritual. Aprendí muchas lecciones —especialmente de humildad— y cuando regresé a mis estudios de posgrado, fue como si nunca me hubiera ido.    

Sin embargo, cuando estaba a punto de recibir mi título de posgrado, descubrí que había muy pocos trabajos académicos disponibles en mi área, y muchos otros graduados de instituciones más prestigiosas competían por ellos. Presenté mi solicitud a varias facultades, pero no me llamaron para una entrevista. Con la misma humildad que había obtenido por medio de mis oraciones en el Ejército, me di cuenta de que tenía que negar los pensamientos de escasez y competencia y ver que había un lugar para mí y un lugar para todos los demás que se graduaban en ese momento. La ley de Dios para todos es la abundancia.  

A través de las circunstancias más inesperadas e inusuales, me llamó la atención un anuncio para un puesto en una institución de la que nunca había oído hablar, en una ciudad de la que ni mi esposa ni yo sabíamos nada. Me presenté al puesto y me pidieron que fuera para una entrevista. Me encantó la gente que conocí allí, y cuando me ofrecieron un empleo, y mi esposa estuvo de acuerdo, acepté. Me dijeron que habían entrevistado a muchos solicitantes, pero ninguno de ellos parecía ser el adecuado para ese trabajo.

Este resultó ser el lugar perfecto para mí. Una institución pequeña, pero de rápido crecimiento, me dio la oportunidad de pasar mi carrera ayudando a dar forma a lo que ahora es una gran universidad de investigación integral.  

Después de estar allí aproximadamente una década, un abogado me preguntó si estaría dispuesto a actuar como perito en un caso importante de derechos de voto ante los tribunales federales, ya que su equipo legal consideraba que no había nadie más adecuado para esta función. Acepté humildemente la oferta, y ese caso resultó ser el precedente nacional más importante en ese ámbito de la ley en particular.  

Mi participación relativamente menor en un caso tan importante me fijó un rumbo que nunca había anticipado. Durante los siguientes 35 años participé en más de 50 casos de este tipo, y he continuado en actividades similares desde que me jubilé de la enseñanza. Décadas antes, cuando estaba planeando mi carrera, esperaba limitar mi actividad estrictamente a la investigación académica. No había tenido ninguna idea acerca de actividades prácticas como las de los dictámenes periciales.   

Ahora, he aquí lo curioso del caso. El puesto en esa institución no estaba abierto dos años antes de que yo recibiera mi título. Si no hubiera pasado esos dos años en el Ejército, tal vez nunca hubiera ido a esa institución ni tenido la oportunidad de estar disponible para los muchos aspectos gratificantes de mi carrera. Cuando alineamos nuestros pensamientos con Dios, somos capaces de ver Sus amorosos planes de bien para nosotros y para todos.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / noviembre de 2021

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.