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Original Web

El poder de una idea correcta

Del número de julio de 2021 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 22 de julio de 2021 como original para la Web.


Hace algunos años, le volví la espalda a la fe en la que me habían criado, y no quise tener nada que ver con ella. Había sido educada como Científica Cristiana, pero durante varios años me involucré en lo que pensé que eran actividades sociales agradables, entre ellas beber y fumar, las que iban en contra de los valores de la religión. Estas actividades se volvieron gradualmente más regulares.

Ir a un bar ocasionalmente después del trabajo con mis colegas se convirtió en beber cuatro o cinco noches a la semana. Mi posición financiera fue cuesta abajo y mi cartera de inversiones, antes prometedora, se volvió vacía y estéril a medida que vendía activos para pagar mi nuevo estilo de vida. Aunque sabía que tenía un problema, no podía decir que no cuando me ofrecían una bebida.

Con el tiempo me enfermé debido a estas actividades sociales. Me diagnosticaron una enfermedad que requería medicación continua, pero no tenía las finanzas para pagar el tratamiento. Llena de desprecio por mí misma y de culpa, me preguntaba cómo se lo diría a mi familia. Me sentía totalmente sola y desmoralizada.

Lo que sucedió a continuación me recuerda una historia bíblica. En los capítulos sexto y séptimo del libro de los Jueces, hay un relato de un ataque inusual sobre un ejército de ocupación y su derrota. Este era un tiempo en que los israelitas habían abandonado su fe en el único Dios y su lealtad a Él. Como resultado, sus tierras y recursos habían sido devastados por los madianitas. Solo cuando todo pareció perdido y la destrucción inevitable oraron a Dios en busca de ayuda.  

Su oración fue respondida: Un “ángel del Señor” se le apareció a un joven llamado Gedeón. Gedeón, al percibir el mensaje angelical, obedeció el mandato de Dios de que se consagrara a Él, el Espíritu, y destruyera el altar del dios pagano Baal. Su obediencia a la guía de Dios le abrió el camino para enfrentar y derrotar al enemigo.

Me imagino que el desánimo y la desesperanza que sentía al estar parada en el pasillo de mi casa, sin saber a dónde acudir, no eran diferentes de las emociones que los israelitas deben de haber experimentado en su lamentable situación. Pero la ayuda de Dios estaba ahí para sostenerme, así como lo había estado para ellos. De pronto, me encontré extendiendo la mano para abrir un cajón en mi aparador de la sala. En el interior había un ejemplar del libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy.

Pensaba que me había deshecho de todo lo relacionado con la Ciencia Cristiana. Pero ahí estaba. Me acerqué y tomé el libro. Cuando lo abrí, mi mirada cayó en este pasaje en la página 63: “En la Ciencia el hombre es linaje del Espíritu. Lo bello, lo bueno y lo puro constituyen su ascendencia”. Inmediatamente sentí el efecto de identificarme con esta herencia buena y pura, y supe que había sanado tanto de la enfermedad como del problema de la bebida. Nunca más sufrí de síntomas de ninguna de las dos. Fue simplemente el poder de un solo pensamiento científico correcto. Posteriormente, la adicción al tabaco también sanó.

En la historia de Gedeón, una de las cosas que él tenía que hacer era reclutar un ejército para poder acabar con los invasores que habían profanado la tierra. Para comprender lo que eso podría representar para nosotros espiritualmente, podemos pensar en esto como el uso de ideas espirituales, o verdades sobre la naturaleza de Dios y nuestra relación con Él, a medida que trabajamos para echar fuera todo lo que intentaría contaminar nuestra consciencia propia del Cristo, nuestra herencia buena y pura como linaje espiritual de Dios. Leer Ciencia y Salud esa noche me armó con las verdades espirituales que transformaron mi consciencia y revelaron la realidad de mi integridad espiritual. 

En los días y meses que siguieron, cuando comencé a escuchar las ideas espirituales de Dios y a seguir a donde llevaban, mis finanzas e inversiones mejoraron. Lo que se había perdido fue restaurado.

Un segundo aspecto de esta curación fue que perdoné a los miembros de la iglesia y de mi familia, a quienes yo sentía me habían agraviado. Esto también fue sanado cuando vi que solo la mente mortal, o el error (término utilizado para describir lo que se opone a Dios, pero no tiene existencia real), es el culpable. Esta no es verdaderamente la mente de nadie, porque Dios, la Mente divina, es nuestra única mente. Estos individuos no habían pecado más que yo o que nadie, dado que también tenían una herencia buena, pura y espiritual que nunca había sido manchada. Comencé una vez más a asistir a los servicios religiosos y a servir en la Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana de mi filial de la Iglesia de Cristo, Científico, donde también conocí al hombre que se convirtió en mi esposo.

Un artículo de la Sra. Eddy titulado “Amad a vuestros enemigos” declara: “Simplemente considera como tu enemigo todo cuanto profane, desfigure y destrone la imagen del Cristo que tú debes reflejar” (Escritos Misceláneos 1883-1896, pág. 8). Los enemigos mentales como “la envidia, el odio, la venganza”, aparentemente alineados contra nuestra verdadera consciencia propia del Cristo, a veces pueden parecer abrumadores o demasiado fuertes para nosotros. Sin embargo, el mismo artículo dice que Dios “ha llamado a los Suyos, los ha armado, equipado, y les ha provisto con defensas inexpugnables. Su Dios no permitirá que se pierdan; y si cayeren se levantarán de nuevo, más fuertes que antes del tropiezo” (pág. 10). Al purificar y espiritualizar el pensamiento y cultivar un estado de alerta mental que excluye los pensamientos falsos e improductivos, podemos comprender y experimentar el sentido espiritual de la vida.

La experiencia de Gedeón ilustra esto maravillosamente. Mientras preparaba un ejército de treinta y dos mil hombres, Dios le habló, diciendo que eran demasiados, y le manifestó lo siguiente: “Cualquiera que tenga miedo y tiemble, que regrese y parta”. Gedeón tuvo entonces que encargarse de probar a los hombres que quedaban, de modo que sólo los que estaban vigilantes y alerta fueron retenidos. Este proceso de purificación dejó a Gedeón con un grupo de tan solo trescientos hombres y una idea inspirada de cómo desplegarlos. De esta manera salió victorioso sobre lo que parecían ser fuerzas madianitas abrumadoras.

Esta victoria de Gedeón y su ejército demuestra que es la calidad, no la cantidad, de los pensamientos de uno lo que conduce al éxito. Una idea correcta puede traer la luz de la Verdad para aplicar a cualquier situación y resultar en una curación. No importa cuán grande pueda parecer el problema o cuán abrumados nos sintamos, hay una poderosa idea espiritual lista para ayudarnos.

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