Siempre me ha encantado la lección práctica que ofrece la fábula “El viento y el sol” de Esopo. Hace poco, me di cuenta de que también tenía una profunda lección espiritual para mí.
La fábula relata que un día, el viento del norte y el sol estaban discutiendo acerca de cuál de ellos era el más fuerte. Decidieron hacer un concurso. Abajo, un hombre caminaba por un camino rural, y estuvieron de acuerdo en que cada uno a su vez trataría de quitarle la capa al viajero. El que tuviera éxito sería el ganador y reconocido como el más fuerte.
El viento lo hizo primero y sopló con todas sus fuerzas. El hombre, al helarse debido a las corrientes de aire frío, se arrebujó aún más con la capa. Luego llegó el turno del sol. Este procedió a brillar, irradiando luz y calor. El hombre sintió tanto calor debido a los rayos solares que muy pronto se quitó la capa y la dejó.
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