Como recordaba uno de sus alumnos, Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, una vez explicó de este modo cómo sanar instantáneamente: “Te diré la manera de hacerlo. ¡Es amar! Simplemente vive el amor —sé el amor— ama, ama, ama. No conozcas nada más que el Amor. Sé todo amor. No hay nada más. Eso hará el trabajo. Sanará todo; resucitará a los muertos. No seas nada más que amor” (We Knew Mary Baker Eddy, Expanded Edition, Vol. I, pp. 296–297).
Este “Amor” al que hay que conocer es Dios, tal como la Biblia nos dice: “Dios es amor” (1Juan 4:16). La Sra. Eddy describe el Amor que es Dios de muchas maneras; como “el Amor siempre presente que llena todo espacio” (Mensaje a La Iglesia Madre para 1900, pág. 1), y la “gentil presencia, gozo, paz, poder” (Escritos Misceláneos, pág. 389).
Hace algunas décadas, cuando enseñaba en una universidad en la República Popular China, pude poner en acción esas palabras sobre el poder del Amor cuando me lastimé una pierna. Al vivir el amor, ser el amor y conocer únicamente el amor de Dios, no solo sané de la lesión en la pierna, sino que también sané del astigmatismo que padecía desde hacía tiempo.
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