Como escritora independiente y madre sola, la mayor parte del tiempo me sentía estresada por el dinero. Incluso durante los breves períodos en los que trabajaba para otra persona, nunca parecía que hubiera suficiente. Pero una gran pregunta cambió la forma en que veo la fuente de mi provisión y comenzó a elevar mis pensamientos.
Un día, me encontré tratando una vez más de averiguar cómo diablos iba a poder pagar mis cuentas. Estudié detenidamente las descripciones de los clientes actuales y potenciales, preguntándome cómo generar más actividad en el negocio. De repente, me llamó la atención la pregunta “¿Para quién trabajas?” La respuesta fue clara: “¡Trabajo para Dios!”. De repente me sentí libre de la ansiedad. Pero ¿qué significa “trabajar para Dios”?
La vida de Cristo Jesús explica cómo responder a esta pregunta y nos da el ejemplo a cada uno de nosotros. Jesús, a quien a menudo la Ciencia Cristiana se refiere como el Mostrador del camino, era el “empleado” ideal. Demostró que trabajaba para Dios en todo lo que decía y hacía. Escuchaba la voz de Dios y siempre Lo obedecía y Lo glorificaba. Amaba a Dios supremamente y Lo servía amando y sanando a Sus hijos. Y Jesús no reconocía ningún poder, presencia o fuente excepto a Dios.
Jesús esperaba que Dios respondiera a todas las necesidades.
Por ser Hijo de Dios, Jesús tenía una confianza firme y una fe inquebrantable en el bien omnipresente, imparcial y universal. Comprendía qué es la verdadera provisión y de dónde proviene, y esto le permitió demostrar que la provisión infinita está a la mano en todo momento.
Por ejemplo, alimentó a miles de personas con unos pocos panes y dos peces. La gente acudía a él en busca de curación, y lo que fuera que parecía faltar —desde salud y alimentos hasta dinero para pagar impuestos— apareció, porque Jesús sabía que Dios satisface todas las necesidades.
Me di cuenta de que podía esperar que Dios, mi “empleador”, respondiera a mis necesidades. En lugar de tratar de resolver las cosas por mí misma —evaluando ansiosamente mis opciones o la falta de ellas— mi pensamiento iba directamente a Dios, el bien, sin distracciones. Comprendí que debido a que trabajo para Él, mi provisión depende únicamente de Dios, el Amor infinito y omnipresente. Esto quería decir que Dios, la Mente divina creativa, me estaba dando buenas ideas y oportunidades para seguir adelante, así como el amor, la obediencia y la gracia que necesitaba no solo para prosperar, sino también para beneficiar a los demás. La provisión omnipresente, incondicional, ininterrumpida e infinita del bien de Dios ya estaba presente. Esta provisión es imparcial y está disponible en todo momento. ¡Qué emocionante!
También me di cuenta de que mi provisión no dependía de ningún factor material o mundano, como son las predicciones económicas y otras condiciones restrictivas. Ni un solo concepto mundano de provisión apoya las enseñanzas de Cristo Jesús o la declaración compatible de Mary Baker Eddy en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana” (pág. 494).
He aquí algo que he aprendido sobre todo esto: no debería sorprendernos si al principio estas verdades espirituales nos hacen sentir incómodos, escépticos o incluso enojados. (Me ha sucedido y lo he hecho.) Nuestra perspectiva está cambiando de un sentido de provisión temible, limitado, inestable y material, a una perspectiva espiritual ilimitada. Podemos seguir el punto de vista espiritual e insistir en que trabajamos solo para Dios, y que somos Sus hijos y, por lo tanto, debemos poder ver y experimentar Su bondad. Podemos recurrir a Dios para todo, y servirlo y glorificarlo en lugar de dejar que el saldo actual de nuestra cuenta bancaria nos diga cómo sentirnos. De esta manera, demostraremos confianza en las bendiciones de Dios y se producirán ajustes.
Mientras continuaba orando por mis ingresos, razoné que, si trabajo para Dios, quien es el Amor infinito, este bien infinito no está solo en el futuro, sino ahora. Siempre ahora.
Esta forma de abordar la oración me calmó. Un día antes del vencimiento de mis cuentas, recibí un mensaje de texto de uno de mis clientes, quien me preguntó si podía pagar seis meses por adelantado a cambio de un pequeño descuento. Esta fue una enorme bendición. Pude pagar mis cuentas a tiempo durante varios meses y me sobró algo de dinero extra para otras necesidades.
Esta aventura divina continúa con firmeza a medida que aprendo cómo ser una mejor empleada todos los días.
Cristo Jesús iluminó el espíritu de lo que significa trabajar para Dios en un pasaje del Sermón del Monte. The Message de Eugene Peterson, una paráfrasis contemporánea de la Biblia, lo expresa de esta manera:
“No puedes adorar a dos dioses a la vez. Si amas a un dios, terminarás odiando al otro. La adoración de uno alimenta el desprecio por el otro. No puedes adorar a Dios y al Dinero a la vez” (Mateo 6:24). Y luego, en el libro de Lucas, Jesús dice (según dice también The Message): “Lo que estoy tratando de hacer aquí es que te relajes, que no te preocupes tanto por obtener para que puedas responder a la ofrenda de Dios. Las personas que no Lo conocen y la forma en que trabaja se preocupan por estas cosas, pero tú conoces a Dios y cómo trabaja. Sumérgete en la realidad de Dios, la iniciativa de Dios, las provisiones de Dios. Encontrarás que todas tus preocupaciones humanas cotidianas serán atendidas” (12:29).
Entonces, ¿cómo trabajamos para Dios? Dejamos de estar “tan preocupados por obtener”. Alabamos el amor y la bondad, la presencia y el poder de Dios con todo lo que tenemos, especialmente cuando es difícil. Pedimos Su guía y luego la obedecemos. Procuramos bendecir a los demás en cada oportunidad. Y declaramos que, por ser empleados de Dios, esperamos que Él satisfaga nuestras necesidades y nos esforzamos por saber que nadie vive independientemente de Dios ni depende de circunstancias materiales cambiantes para su provisión. Por último, recordamos que todos trabajamos para el mismo empleador, Dios. ¡Amén!