Una noche, me lastimé gravemente uno de mis dedos, y sangraba mucho. Vendé el dedo, pero el incidente me dejó un poco conmocionada. Llamé a un amigo para pedirle que me apoyara con su oración, y a la mañana siguiente, me comuniqué con un practicista de la Ciencia Cristiana, quien estuvo de acuerdo en darme un tratamiento de esta Ciencia. Estaba muy agradecida por la ayuda que me habían brindado. No recuerdo haber sentido ningún dolor durante esta experiencia.
Al orar, reflexioné sobre las referencias a la frase “unidos” en la Biblia. También le pregunté a una enfermera de la Ciencia Cristiana (alguien que está capacitado para brindar atención práctica no médica mientras apoya la decisión del individuo de recurrir a la oración para sanar) cómo vendar adecuadamente la herida. El dedo comenzó a sanar. Entonces, un día, mi prima vio la herida y comentó que debería haber pedido que la suturaran.
Eso hizo que deseara sanar completamente mediante la oración en la Ciencia Cristiana, así que oré para saber qué necesitaba comprender acerca de esta situación. Me llamó la atención un pasaje del libro de texto de la Ciencia Cristiana: “La Ciencia divina del hombre está tejida en una sola tela consistente, sin costura ni rasgón” (Mary Baker Eddy, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 242).
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