Una noche, me lastimé gravemente uno de mis dedos, y sangraba mucho. Vendé el dedo, pero el incidente me dejó un poco conmocionada. Llamé a un amigo para pedirle que me apoyara con su oración, y a la mañana siguiente, me comuniqué con un practicista de la Ciencia Cristiana, quien estuvo de acuerdo en darme un tratamiento de esta Ciencia. Estaba muy agradecida por la ayuda que me habían brindado. No recuerdo haber sentido ningún dolor durante esta experiencia.
Al orar, reflexioné sobre las referencias a la frase “unidos” en la Biblia. También le pregunté a una enfermera de la Ciencia Cristiana (alguien que está capacitado para brindar atención práctica no médica mientras apoya la decisión del individuo de recurrir a la oración para sanar) cómo vendar adecuadamente la herida. El dedo comenzó a sanar. Entonces, un día, mi prima vio la herida y comentó que debería haber pedido que la suturaran.
Eso hizo que deseara sanar completamente mediante la oración en la Ciencia Cristiana, así que oré para saber qué necesitaba comprender acerca de esta situación. Me llamó la atención un pasaje del libro de texto de la Ciencia Cristiana: “La Ciencia divina del hombre está tejida en una sola tela consistente, sin costura ni rasgón” (Mary Baker Eddy, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 242).
Una definición de consistente es “armonía de las partes” (merriam-webster.com). Me aferré a la Ciencia divina de quién soy realmente —la expresión amada de mi Padre, Dios, íntegra y completa— y supe que todos los aspectos de mi ser funcionan en armonía.
Me olvidé del dedo. Un día, noté que los trozos de piel se habían unido. No había ningún “rasgón”, solo una pequeña “costura” o cicatriz. Antes, esto había parecido ser físicamente imposible. Me sentí profundamente conmovida.
Meses después, fui a visitar a la misma prima y le mostré la mano. Se asombró al ver que no se podía saber qué dedo había sido lastimado. Esa noche, una amiga me indicó un artículo del Sentinel que era perfecto para compartir con mi prima mientras le escribía explicando porqué la curación en la Ciencia Cristiana es una parte tan importante de mi vida.
Expresé gratitud por esta curación en una reunión de testimonios del miércoles en mi filial de la Iglesia de Cristo, Científico, y más tarde recibí un correo electrónico de un miembro de la iglesia a quien mi testimonio le había resultado muy inspirador. Sin embargo, señaló la necesidad de saber que debido a que todo está bajo el gobierno perfecto de Dios, en realidad Sus hijos no tienen accidentes (véase Ciencia y Salud, pág. 424). Esto me alertó sobre el hecho de que no me había ocupado de la causa aparente de esta lesión. ¡Fue una gran llamada de atención! Puse manos a la obra para abordar esto con la oración, y ahora tampoco hay “costura” en el dedo. Sin rasgón, sin costura, solo armonía.
Estoy profundamente agradecida por esta curación. Ha sido un hito en mi progreso espiritual.
Wendy Margolese
Richmond Hill, Ontario, Canadá