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Original Web

¿Está bien sentir alegría en momentos difíciles?

Del número de agosto de 2021 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 22 de abril de 2021 como original para la Web.


Al ver a mi pequeño sobrino corretear con mi perra mientras se perseguían en el parque, no pude evitar sonreír y reírme de sus risitas y gritos de pura alegría cuando la llamó para que lo persiguiera y ella gustosamente salió corriendo tras él. En ese momento, con el aire fresco del otoño y las hojas rojas y doradas en los árboles, todo parecía perfecto y el mundo se sentía lleno de amor, vida y alegría.

Más tarde, después que el niño se marchó, me puse al día con las noticias. Parecía que el mundo estaba en una condición bastante crítica. Me pregunté cómo podía, en un solo día, tener un momento tan hermoso y lleno de alegría, y luego sentir tanta frustración y tristeza por el estado de las cosas. A veces puede parecer como si nuestra salud, gobierno, economía, básica decencia humana y la estructura de nuestras comunidades estuvieran pendiendo de un hilo. Nada de esto parece cosa de tomar a risa.

Así que, conforme a todo esto, ¿está bien reírse y sentir alegría en momentos como este?

Hace poco me encontré con la historia de Ernie Gross, sobreviviente del Holocausto, quien afirma que el humor y la esperanza fueron las que lo ayudaron a pasar esa horrible experiencia en la que perdió casi todo, incluso a la mayoría de sus familiares. Una noche, mientras estaba en un campo de concentración, soñó que estaba en una habitación con Dios, quien estornudó. El Sr. Gross no supo qué decirle. Le pareció divertido, y pensaba con frecuencia en ese momento del sueño y eso lo hacía reír. La inspiradora historia del Sr. Gross señala el valor de la risa, e incluso de la alegría, durante los momentos de sufrimiento (véase Marion Callahan and Melina Walling, “Holocaust survivor shares message of hope, humor, forgiveness, 75 years after liberation,” Bucks County Courier Times, Sept. 28, 2020).

La Ciencia Cristiana explica que la alegría es una cualidad del Espíritu, otro nombre para Dios, como dice en el Evangelio de Juan: “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (4:24). Así que, para mí, adorar a Dios en espíritu significa que también debemos expresar el Espíritu que es Dios. Y puesto que somos creados a Su imagen (véase Génesis 1:26, 27), debemos ser como Él. Por lo tanto, el espíritu de alegría es inherente a nosotros.

El poder de Dios respalda este tipo de alegría espiritual. Es la luz que brilla en nuestro interior, incluso en la oscuridad, para ayudar a iluminar el camino para nosotros y los demás. Jesús nos dijo que dejáramos que nuestra luz brillara, no para nuestra propia gloria, sino para glorificar a Dios. Permitir que la luz que Dios nos ha dado brille y exprese alegría hasta en los tiempos difíciles, también puede ayudar a otros a encontrar su propia alegría. Hay un himno en el Christian Science Hymnal: Hymns 430-603 que dice: “Podemos compartir tu felicidad, / compartir tu alegría y usarla con libertad” (Elizabeth C. Adams, alt., N° 474). Esto no quiere decir que debamos ser insensibles o poco compasivos cuando otros están luchando. Más bien, podemos encontrar oportunidades para elevar a los demás. Incluso en medio de lo que puede parecer la más tenebrosa de las épocas, la presencia amorosa de Dios está con nosotros, aquí mismo, a nuestra disposición para que la sintamos cuando le abrimos nuestro corazón. Y en esa presencia de lo Divino, podemos encontrar paz, alegría y esperanza, a las que podemos aferrarnos para elevarnos a nosotros mismos, así como a los que nos rodean.

Puesto que la alegría es inherente a nosotros, nada puede obstaculizar nuestra capacidad de sentir y expresar esta cualidad, que también puede traer esperanza y curación. En la Biblia, el salmista dice: “Me concederás la alegría de tu presencia [de Dios]” (Salmos 16:11, NTV).

Mary Baker Eddy, Fundadora del Christian Science Monitor, lo dice así en un poema:

La esperanza la vida alegra por doquier,
nos quita las cadenas de orgullo y poder;
en nuestro pesar es como llovizna veraniega,
hermosura, bendición y alegría a nadie niega.

(Escritos Misceláneos 1883-1896, pág. 394)

Cuando abrimos nuestro corazón a Dios, podemos sentir la presencia de Su amor allí mismo donde estamos. Esto trae la esperanza y la alegría que sanan.

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