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Original Web

Madre e hijo sanan de dificultades para hablar

Del número de agosto de 2021 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 3 de mayo de 2021 como original para la Web.


Durante mucho tiempo, tuve el profundo deseo de dar un testimonio en una reunión de testimonios de la Ciencia Cristiana, pero siempre me embargaba el miedo y me impedía hablar. Incluso iba a las reuniones preparada con algo escrito para no olvidar nada, y practicaba decirlo con anticipación, sin embargo, me quedaba sentada en silencio, sin decir nada en absoluto. Tenía miedo de no ser lo suficientemente elocuente como para expresarme con claridad, especialmente después de escuchar lo bien que hablaban otros testificantes, y que yo no estaría a la altura de las circunstancias en comparación con ellos. 

Finalmente, llamé a un practicista de la Ciencia Cristiana para que orara por mí por este problema. Durante nuestra conversación, también le pedí al practicista que le diera tratamiento a través de la oración a mi hijo pequeño porque era tartamudo. Cada vez que trataba de decir una palabra, pisaba fuerte con el pie hasta que salía la palabra de su boca. El practicista accedió a orar y me aseguró que tanto mi temor de hablar como la frustración de mi hijo con el habla eran errores que podían corregirse espiritualmente.

Empecé a buscar referencias relacionadas con el habla en la Biblia y en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. Lo que más me ayudó fue el relato de Moisés, donde parecía estar preocupado por su capacidad para expresarse. Cuando Dios le dijo a Moisés que fuera ante Faraón y le mandara que dejara ir a los hijos de Israel, Moisés protestó porque era “tardo en el habla y torpe de lengua”. Dios le dijo a Moisés: “¿Quién dio la boca al hombre? … Estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar” (Éxodo 4:10-12). Moisés hizo lo que Dios le mandó, confiando en que Él gobernaría su discurso, y fue capaz de cumplir la misión que Dios le había designado.

Sentí que Dios me decía lo mismo. Así que yo también aprendí a confiar más en Él. Me di cuenta de que no es importante cómo se dice algo en un testimonio; es la verdad espiritual detrás de lo que se está diciendo lo que es importante. Dar un testimonio no se trata de mí, sino de compartir una curación o un discernimiento espiritual que podría ayudar a otra persona. Y nadie estaba allí para criticar. Solo Dios, el Amor infinito, estaba presente, rodeándome a mí y a todos con buenos pensamientos, en la iglesia y en todas partes. Pronto pude compartir testimonios con toda comodidad, y lo sigo haciendo hoy.

Mi hermano me aconsejaba que llevara a mi hijo a un terapeuta del habla. Pero después de haber trabajado con el practicista y orar por mi hijo, mi hermano se dio cuenta de que mi hijo ya no tartamudeaba. Le dije que la curación se había producido mediante la oración, y que no se había necesitado ningún terapeuta del habla. Mi hijo es un hombre adulto ahora, y nunca más volvió a tener ese problema.  

Yo estaba, y sigo estando, muy feliz y agradecida por las maravillosas verdades que me ayudaron a ganar más confianza y a confiar en la presencia y el poder de Dios. Y ciertamente estoy agradecida por el ejemplo de Cristo Jesús y por los escritos de Mary Baker Eddy, que nos dan una mejor comprensión de Dios.

Ellece Wells
Lakeview Terrace, California, EE.UU.

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