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Original Web

Encuentra trabajo y hogar con la oración

Del número de agosto de 2021 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 29 de abril de 2021 como original para la Web.


Hubo una época en la que no lograba encontrar trabajo, y mi hijo pequeño y yo estábamos sin hogar. Lo dejaba en la escuela por la mañana, sin saber dónde nos quedaríamos esa noche. Estábamos agradecidos porque al final de cada día, nos recogía alguien de nuestra iglesia; pero nos mudábamos constantemente de casa en casa

Todos los días, mientras mi hijo estaba en la escuela, iba a la Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana para orar sobre la situación. Un día, recordé un ensayo inspirador que mi madre había compartido una vez conmigo. Las ideas que contenía fueron útiles mientras oraba sobre la búsqueda de un trabajo y un hogar. Por ejemplo, el autor, que es desconocido, escribió: “El lugar que buscas te está buscando a ti, el lugar que necesitas te necesita a ti. El Principio divino, el Amor, reúne la necesidad y la provisión para el bien mutuo”. El autor a continuación animaba al lector a “darse cuenta por sí mismo diariamente, más de una vez, de que ‘los campos ya están listos para la cosecha’ (Juan 4:35, NTV), y que ‘el Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana’ (Mary Baker Eddy, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 494)”. Por supuesto, mis necesidades humanas incluían un trabajo y un hogar, así que mientras continuaba buscando, me aferré a la idea de que Dios, el Amor divino, estaba respondiendo a mis necesidades.

La Sala de Lectura que visitaba estaba ubicada en un edificio de negocios, y resultó que allí estaba la oficina de un practicista de la Ciencia Cristiana en el segundo piso. Un día me sentía muy desanimada, y fui a ver a este practicista para pedirle ayuda mediante la oración. Después de hablar con él, regresé a la Sala de Lectura para seguir estudiando y orando. Un par de horas más tarde, volví a su oficina, ya que el pánico empezaba a apoderarse de mí. Amablemente compartió conmigo más ideas espirituales y me recordó que estaba orando activamente por mí. 

Cuando entré en su oficina por tercera vez ese día, me pidió con firmeza, pero con afecto, que hiciera tres cosas antes de volver nuevamente. Primero, debía regresar a la Sala de Lectura, abrir la Biblia, Ciencia y Salud o una de las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana, y leer lo que fuera guiada a leer. Segundo, tenía que empezar a agradecer todo lo que me viniera al pensamiento. Y tercero, debía hacer algo por otra persona.

Con esa tarea, regresé a la Sala de Lectura y encontré un artículo para leer de las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana. Aunque no me acuerdo qué era, sí recuerdo que me elevó y esto me permitió empezar a cumplir con el segundo requisito de expresar gratitud. Mentalmente empecé a enumerar todo por lo que estaba agradecida: los miembros de la iglesia que nos llevaban cada noche, el practicista, la Sala de Lectura, la iglesia, etc.; incluso cosas como los árboles y las flores.

La última tarea era hacer algo por otra persona, y me vino la idea de recoger las fotos de la escuela de mi hijo que habían sido tomadas recientemente. Mientras conducía a la escuela, expresé alegremente gratitud por todo lo que pasaba, incluso la gasolinera y el hecho de que mi auto tenía gasolina.

El fotógrafo de la escuela también estaba a cargo de las publicaciones comerciales de la escuela. Las fotos no estaban listas, pero cuando me iba, la asistente que trabajaba en su oficina me siguió y me preguntó si había encontrado trabajo. (Yo no la conocía, pero más tarde me enteré de que a través de otras personas se había enterado de mi situación.) Cuando confirmé que no había encontrado empleo, me dijo que ese era su último día de trabajo, y que su supervisor aún no había contratado a un reemplazo. Me sugirió que volviera y hablara con él y le pidiera el puesto. A los pocos minutos de hablar con él, me contrataron en el acto, y la asistente comenzó a entrenarme.

Mientras estábamos trabajando juntas, también me preguntó si había encontrado un lugar donde vivir. Entonces me dijo que conocía una señora que planeaba estar fuera por un tiempo y necesitaba a alguien que cuidara su casa. Me comuniqué con esta mujer, y mi hijo y yo pudimos mudarnos de inmediato. Con el tiempo, logramos conseguir un apartamento para nosotros mismos.

No regresé a la oficina del practicista nuevamente ese día, ¡aunque definitivamente lo llamé y le conté las buenas noticias! Cuán agradecidos estábamos mi hijo y yo por esta respuesta a nuestras oraciones, que respondieron a todas nuestras necesidades en ese momento. Y cuán bendecidos fuimos por cada una de estas personas que tocaron nuestra vida y nos ayudaron con tanto amor. El puesto en la escuela nos proporcionó un ingreso estable durante dos años, antes de que yo pasara a tener un trabajo que me permitió utilizar las habilidades de liderazgo que había adquirido en el ejército, así como en mi entrenamiento como maestra.

Esto ocurrió hace muchos años. Ahora estoy jubilada con un ingreso seguro, y soy dueña de mi propia casa. Siempre apreciaré esta experiencia, ya que demostró que el Amor divino responde a nuestras necesidades de maneras prácticas.

Charlotte G. Kinney
Carlisle, Pennsylvania, EE.UU.

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