Volver a la fuerza laboral no tiene que ser una tarea desalentadora o aterradora, me dije a mí misma. Sí, había estado alejada de mi profesión durante unos años, pero ese parecía ser el momento adecuado para regresar, así que volví mi cabeza en esa dirección con cauteloso optimismo.
Obviamente, tuve dudas, entre ellas que quizás mis habilidades estaban faltas de práctica, no sabía la terminología actual o no conocía los últimos y mejores métodos y tecnologías. O tal vez nadie me contrataría. Pero seguía teniendo la sensación de que ese era el momento, así que empecé a orar al respecto, como suelo hacer cuando tengo que enfrentar un problema o tomar una decisión.
Empecé afirmando que Dios, la Mente divina, estaba coreografiando mi vida, incluso mi carrera. Esto no significa que Dios esté consciente de todos los detalles de nuestra vida, sin embargo, lo que necesitamos saber sale a la luz cuando tomamos consciencia del amor de Dios por nosotros y por toda la descendencia de Dios. En la realidad espiritual, yo no era una mortal obstinada o preocupada tratando de decidir qué hacer, sino la hija preciada de Dios, escuchando para recibir la guía y la dirección de su Padre-Madre Dios. A medida que toda la creación expresa la armonía y el equilibrio perfectos de Dios, cada uno de nosotros tiene su lugar y actividad correctos en esta creación, y al confiar en la dirección de la Mente divina, sentimos la guía de la Mente de maneras muy prácticas.
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