“Estoy enviando un montón de solicitudes esperando que una de ellas sea aceptada en algún lugar”, me comentó un amigo hace poco. A continuación, me dijo que sentía que el mercado laboral está muy incierto, inseguro y sombrío; que cada vez más gente sumamente calificada está tratando de conseguir las pocas oportunidades que surgen, y las probabilidades intimidan y se acumulan contra el que busca empleo.
Me alegré de poder compartir con este hombre una perspectiva diferente, basada en mi propia experiencia. Le dije que mi estudio de la Ciencia Cristiana ha tenido un impacto profundo y positivo en mi carrera.
Cuando era joven, estuve sin trabajo durante unos nueve meses después de renunciar a un pequeño negocio donde mi codirector y yo ya no estábamos de acuerdo en algunos temas importantes. Yo había tratado de poner en marcha un par de iniciativas nuevas, pero no habían tenido éxito. La economía estaba en recesión. Sentí que mi optimismo se agotaba y las expectativas de mi carrera se derrumbaban. Mis solicitudes de varios trabajos no habían tenido ningún resultado. Era deprimente.
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