Una noche, me quedé escuchando pasos y disparos. Al no haber ningún otro sonido, los ruidos de los chasquidos eran intensos y aterradores. Luego vinieron helicópteros, disparando proyectiles contra las calles vecinas. El impacto sacudió la casa donde me alojaba e hizo vibrar severamente las ventanas sobre mi cabeza.
Había llegado a un país donde el conflicto se estaba intensificando. Los gobiernos aconsejaban a sus residentes que evitaran viajar a este lugar, ya que los incidentes eran graves y frecuentes. Sin embargo, mi esposo había programado varios meses de investigación en esta área. Era necesario estar allí para el progreso de sus estudios, y habíamos decidido hacer el viaje juntos.
Paso a paso mi oración disipó el temor y magnificó la presencia de Dios.
En las primeras semanas de nuestra estancia, la violencia parecía cercana y persistente. La mayoría de los días caminábamos por la ciudad hasta una universidad, y una mañana vimos que un gran restaurante suburbano había sido reducido a escombros durante la noche.
Yo tenía miedo. Pero sabía que podía orar, y paso a paso mi oración disipó el temor y magnificó la presencia de Dios. Durante nuestra estadía, también me reuní varias veces con otro Científico Cristiano que vivía en el área, y celebramos servicios religiosos juntos. También estaba orando de todo corazón para que hubiera paz. A través de la oración, obtuve un sentido más innegable de que Dios apoya nuestro progreso y nos provee de lo necesario con gran amor, incluso en medio de circunstancias aterradoras.
Durante este tiempo, dos aspectos clave de la oración se revelaron para mí. Cristo Jesús declaró el primero cuando dijo: “Tu Padre sabe exactamente lo que necesitas, incluso antes de que se lo pidas” (Mateo 6:8, NTV). Jesús nos aseguró que Dios está satisfaciendo nuestras necesidades, incluso antes de que oremos por ellas. Este pensamiento me ayudó a ver que no solo mi esposo y yo estaríamos protegidos, sino también que Dios nos estaba cuidando de maneras que tal vez ni siquiera sabíamos.
El segundo fue algo que aprendí de mi estudio de la Ciencia Cristiana. La oración no es un intento de persuadir o suplicar a Dios que nos dé lo que creemos que necesitamos. Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy explica: “El ‘oído divino’ no es un nervio auditivo. Es la Mente que todo lo oye y todo lo sabe, para quien cada necesidad del hombre es siempre conocida y por quien será satisfecha” (pág. 7). Mis oraciones no necesitaban ser peticiones a Dios, sino más bien reconocimientos de la sabiduría divina que responde a la necesidad humana.
La oración ilumina la realidad de que estamos ahora mismo en la jurisdicción de Dios, donde el Amor divino tiene el control. Y por ser hijos del Amor divino, estamos protegidos en el seno de nuestro Padre-Madre Dios. A medida que embebemos mentalmente y nos aferramos a dichas verdades, podemos ver más allá de todo sentido de una condición humana vulnerable. Vemos más del bien que está intacto y del hecho espiritual de que somos inteligentemente y muy bien cuidados.
Este cuidado se hizo palpable en el viaje de investigación. Después de unas semanas, tuvimos que mudarnos de la ciudad a una región rural para que mi esposo buscara datos e información relevantes. Encontrar alojamiento parecía difícil ya que necesitábamos un hogar temporal por solo unos meses. Cuando nuestros pasos iniciales resultaron infructuosos, continué orando para ver mejor que Dios siempre satisface nuestras necesidades. Poco después, mi esposo encontró una pizarra de anuncios que anunciaba habitaciones en alquiler. Un apartamento estaba disponible para las fechas exactas que necesitábamos, con excepción de nuestro último día. Descubrimos que se encontraba encima de un bosque con una profunda vista al mar, y era moderno, espacioso y a un precio razonable. Nos convertimos en inquilinos y nos encantó esta casa.
Somos inteligentemente y muy bien cuidados.
Otra necesidad fue satisfecha que ni siquiera se nos había ocurrido. El propietario había incluido su automóvil como parte del paquete de alquiler sin costo adicional. Inicialmente pensamos que el coche era una responsabilidad y de mínimo beneficio. Sin embargo, aceptamos la oferta y pronto descubrimos que mi esposo necesitaba conducir con frecuencia a lugares remotos o de difícil acceso. Tener un automóvil se convirtió en algo fundamental para el éxito de su proyecto. Otras necesidades fueron satisfechas de maneras que no esperábamos, y la última noche de nuestro viaje también fue atendida con amabilidad. Nuevos amigos nos invitaron a quedarnos con ellos, y al día siguiente nos llevaron al aeropuerto en una ciudad lejana.
Mi esposo y yo fuimos protegidos y provistos durante toda nuestra estadía en este país. Además, al final de nuestro tiempo allí, la violencia había disminuido significativamente, y hoy, casi veinte años después, sigue habiendo progresos en esa región.
Esta experiencia me ha asegurado que el reino del Amor es nuestro hogar, el dominio del Amor es el único poder verdadero, y la provisión del Amor lo incluye todo y es completa.