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Original Web

Nacimiento armonioso en casa

Del número de agosto de 2022 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 2 de mayo de 2022 como original para la Web.


Quería un parto en casa totalmente natural para mi segundo hijo. Había tenido una experiencia negativa en el hospital con mi primer hijo, y desde entonces, había crecido enormemente en mi fe y confianza en Dios. 

A través de la oración, fui guiada a un equipo de parteras en particular. Compartí con ellas que era Científica Cristiana y que confío en la oración para la atención a la salud y la curación. Las parteras ni se inmutaron. Mientras que otras posibles parteras habían parecido desanimadas y preocupadas, como si esperaran que algo saliera mal, este equipo era diferente. Una de las parteras incluso dijo: “¡Eso es genial!”. Ella respetaba mi decisión, y durante mis momentos de duda, me alentaba y apoyaba con mucho entusiasmo.

No obstante, mi mayor desafío era superar el miedo al dolor durante el parto. Esta es una creencia agresiva asociada con el parto: que un bebé tiene que causar dolor o sufrimiento a la madre. Como Científica Cristiana, sentía que mi primer deber era saber que soy el reflejo de Dios, el Espíritu. Esto significa que soy completamente espiritual. Y si el Espíritu no puede experimentar dolor o sufrimiento, entonces, como semejanza del Espíritu, tampoco puedo experimentar dolor o sufrimiento. 

Tenía que vigilar mi pensamiento para no creer nada que fuera en contra de esta comprensión. Una cita de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por nuestra amada Guía, Mary Baker Eddy, me ayudó enormemente: “Sé el portero a la puerta del pensamiento. Admitiendo sólo las conclusiones que deseas que se realicen en resultados corporales, te controlarás armoniosamente a ti mismo” (pág. 392).

En el mismo párrafo, la Sra. Eddy explica, además: “Lo concerniente al dolor o al placer tiene que venir por medio de la mente, y como un vigilante que abandona su puesto, admitimos la creencia intrusa, olvidando que mediante la ayuda divina podemos prohibir esta entrada”. 

Para obtener más apoyo, llamé a un practicista de la Ciencia Cristiana, quien amorosamente compartió una variedad de versículos de la Biblia y citas de Ciencia y Salud para guiarme durante mi embarazo. 

Sin embargo, a medida que se acercaba mi fecha de parto, comencé a sentirme más ansiosa por dar a luz a mi bebé. Llegué a casa una noche después de un largo día de trabajo y me eché a llorar. Estaba exhausta y me sentía agotada física, mental y emocionalmente. Mi esposo me abrazó con mucho cariño y me recordó que no tenía que preocuparme, porque Dios tenía todo bajo control. Con una voz confiada y tranquilizadora, dijo: “Nuestro trabajo es enfocarnos en Dios y simplemente estar agradecidos”. Me calmé después de darme cuenta de que las dudas que tenía no eran legítimas, porque no venían de Dios. 

Entonces decidí buscar algo de inspiración en JSH-Online.com. Fui guiada a un artículo escrito por Keith Wommack titulado “Parto: el Amor anunciando: ‘¡Aquí estoy!’” (“Childbirth—Love announcing, ‘Here I am!’”, Christian Science Sentinel, March 19, 2007). De inmediato, sentí que el temor y la duda eran reemplazados por una serena paz. La parte del artículo que realmente se quedó conmigo fue una carta escrita desde la perspectiva de un niño. Mis ojos se llenaron de lágrimas. Estas palabras eran exactamente lo que necesitaba escuchar. ¡Sentí como si Dios me estuviera hablando directamente! 

Pensé en esta parte del artículo por el resto de mi embarazo. Cada vez que me venía una sugestión negativa, volvía a referirme a ella. Me mostraba que una idea inocente y preciosa de Dios no podía traerme otra cosa que no fuera alegría. Sabía que nuestro bebé era una bendición, un regalo de Dios.

Durante este tiempo, un grupo de miembros de la iglesia y yo estábamos en un “comité de expansión” y estudiando el capítulo del Génesis para hablar en detalle sobre los dos diferentes relatos de la creación y cómo eso se aplicaba a nuestro trabajo. Ese estudio bíblico me ayudó a obtener una comprensión más profunda y espiritual de cómo somos creados. No somos mortales reproduciendo a otros mortales. Todos y cada uno de nosotros somos una idea del Amor divino. No pasamos por ninguna condición material para experimentar la Vida. Dios va desenvolviendo suavemente Sus ideas espirituales. No somos nosotros los que hacemos el trabajo. El universo refleja a Dios. 

Como escribe la Sra. Eddy: “No hay más que un creador y una creación. Esta creación consiste en el desarrollo de ideas espirituales y sus identidades, las cuales están abrazadas en la Mente infinita y para siempre reflejadas” (Ciencia y Salud, págs. 502-503). Un amigo mío comparó el desenvolvimiento de las ideas de Dios con el desenvolvimiento de una rosa: No separas abruptamente los pétalos; sino que pacientemente dejas que se desenvuelva para ver su belleza. 

Ante mis ojos, Dios estaba desplegando y revelándome una comprensión más profunda de la vida en Dios. Este niño, una idea de Dios, ya era completo. Simplemente estaba viendo esta idea aparecer gradualmente.

En la mañana de la llegada de nuestro pequeño, me desperté muy temprano. Se me ocurrió que debía hacerle saber a mi jefe que no volvería a completar mis últimos dos días de trabajo. Estaba experimentando pequeñas oleadas o contracciones, pero no eran dolorosas en absoluto. Seguí con nuestra rutina matutina normal ese día.  

Las oleadas continuaron durante toda la tarde, y comenzaba a ser obvio que este bebé llegaría pronto. Se lo hicimos saber a una de las parteras, y ella salió rumbo a nuestra casa para prepararse para la llegada de nuestra hija. 

Durante todo el día sentí fuertemente la presencia de Dios. Nuestra casa estaba llena de alegría y emoción. ¡Estábamos a pocos minutos de poder sostener a nuestra beba! No tenía ninguna duda de que mi Padre-Madre Dios estaba allí conmigo, dando a luz esta nueva idea.

Durante el trabajo de parto activo, oré y escuché en silencio. Una estrofa del “Himno de comunión” por Mary Baker Eddy seguía viniendo a mi mente: 

“… Ven a mi pecho, 
tu llanto seca el Amor; 
tu tristeza borrará, 
y feliz te llevará 
a la gloria del día sin fin”. 

(Himnario de la Ciencia Cristiana, N° 298)

Dios estaba haciendo espacio para que esta idea perfecta y completa se desplegara, y nuestra hija llegó a una habitación llena de paz, confianza y amor. Su llegada fue suave, y me dejó completamente asombrada por la omnipotencia y belleza de Dios. No sentí ni una pizca de dolor. 

Esta fue una demostración del cuidado constante de Dios por nosotros. Todos los hijos de Dios son bendecidos, conocidos por nuestro Creador desde toda la eternidad, mucho antes de que seamos concebidos humanamente. ¡Eso es poderoso!

Estoy muy agradecida de tener la Ciencia Cristiana en mi vida. Me inspira el amor y la devoción de la Sra. Eddy tanto a Cristo Jesús como a Dios. Y estoy profundamente agradecida por este hermoso desenvolvimiento del bien.

Mery Jennings
Willis, Texas, EE.UU.

Estas palabras no describen con precisión lo asombrosos que fueron Dios y mi esposa ese día, pero sí, todo ocurrió como Mery lo ha descrito. Estoy muy agradecido por ella y por nuestros dos hijos.

Cameron Jennings

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