El verano pasado fui a un campamento para Científicos Cristianos en Maine. Una noche, mientras me preparaba para acostarme, escuché a mi amigo decirle a uno de nuestros consejeros que extrañaba su casa.
Fue entonces cuando recordé algo que mi mamá me había dicho antes de ir al campamento. Ella me dijo que solo hay una Mente. No hay mentes separadas, porque cada uno de nosotros es una creación de la Mente. La Mente es Dios, y estamos todos juntos en Dios, que es bueno. Así que nunca podemos estar separados del bien. Las palabras de mi mamá eran como una oración, y me habían ayudado, así que pensé que podrían ayudar a mi amigo.
Me acerqué a él y le conté lo que mi mamá me había dicho. ¡Lo hizo sentir mejor de inmediato! Me dio las gracias y enseguida se sintió feliz de nuevo. Luego nos fuimos a dormir. Él había sanado.
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