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Original Web

El poder de purificar el pensamiento

Del número de febrero de 2023 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 3 de octubre de 2022 como original para la Web.


La mayoría de nosotros no nos pararíamos en un charco de agua durante una tormenta eléctrica. Pero curiosamente, no es el agua, sino las impurezas en el agua las que sobre todo conducen la electricidad. He descubierto que mi pensamiento a menudo se parece mucho al agua en ese sentido, y en la medida en que lo vigilo, purificándolo constantemente, es menos probable que reaccione a los sucesos en las noticias o me ofenda por el comentario o la acción adversa de otra persona. Es menos probable que me convierta en un “pararrayos”, respondiendo de una forma que no es útil. 

Para purificar mi pensamiento, he descubierto que necesito vigilar con persistencia lo que creo acerca de mí misma y de los demás. Para empezar, necesito estar alerta a cualquier temor, orgullo o justificación propia —cualquier rasgo de carácter no espiritual que pueda estar aceptando sobre mí misma u otra persona— que me haga hablar o actuar de una manera que sea perjudicial. Como estudiante de la Ciencia Cristiana, estoy aprendiendo que necesito esforzarme por ver la idea espiritual del hombre, que es la verdadera identidad de cada uno de nosotros, como se encuentra en la Biblia. En el primer capítulo del Génesis, leemos que el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios, y refleja Su dominio y bondad, y necesitamos rechazar cualquier creencia que contradiga la presencia, la bondad y el poder infinitos de Dios.

En particular, he descubierto que la humildad es esencial para este esfuerzo. Mary Baker Eddy, la Descubridora de la Ciencia Cristiana, dice: “La humildad es lente y prisma de la comprensión de la curación por la Mente; hay que tenerla a fin de comprender nuestro libro de texto; es indispensable para el desarrollo personal...” (Escritos Misceláneos 1883-1896, pág. 356). A medida que me esfuerzo por calmar mi propio ego al reconocer a Dios como la fuente de toda inteligencia y capacidad —la fuente de todo el bien— y purificar mis motivos, puedo volverme más humildemente obediente y receptiva a la guía de Dios, del Amor divino. La humildad silencia la voluntad humana y aprecia la influencia del Cristo, la Verdad, en nuestra experiencia. 

El Cristo nos alcanza a través de pensamientos edificantes y mediante la Palabra de Dios, que se encuentra en toda la Biblia y se manifiesta en la vida de Cristo Jesús. También encontramos la Palabra de Dios amplificada en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, el libro de texto definitivo de la Sra. Eddy sobre la Ciencia Cristiana, y en sus otros escritos. He descubierto que en la medida en que me esfuerzo por vivir de acuerdo con las enseñanzas de los profetas y Jesús y pongo en práctica sus enseñanzas como las explica la Ciencia Cristiana —particularmente los Diez Mandamientos que dio Moisés y las Bienaventuranzas que comienzan el Sermón de Jesús en el Monte— mi forma de pensar y mis acciones se purifican. Y como resultado se produce la curación.

Por ejemplo, hace muchos años, cuando me acababa de casar, noté verrugas en la parte inferior de la planta de uno de mis pies, y parecían estar extendiéndose. Mi esposo (que no es Científico Cristiano) vio las verrugas y dijo que las había tenido en el pasado y que un médico se las quemó en lo que fue un proceso muy doloroso. Él sentía que esa era la única manera de deshacerse de ellas y que debía tratarlas de esa forma lo antes posible. No seguí su consejo, pero tampoco traté el problema a través de la oración en la Ciencia Cristiana. Simplemente lo ignoré y el problema persistió.

Podemos confiar al orar en que el Amor divino revelará la idea o la acción correcta a tomar en cualquier circunstancia.

Muchos meses después, surgió un problema en mi oficina que me hizo profundizar mi estudio y práctica de la Ciencia Cristiana. Llamé a un practicista de la Ciencia Cristiana para que me ayudara a través de la oración. El practicista me recomendó que hiciera una lista de todas las cualidades que se me ocurrieran para cada uno de los siete sinónimos de Dios: Espíritu, Vida, Verdad, Amor, Principio, Mente y Alma. Estos sinónimos basados en las Escrituras se destacan en todos los escritos de la Sra. Eddy. Al principio, me resistí, pensando: “¡Esta es una tarea de la Escuela Dominical!”. Pero sabía que tenía que ser obediente y humilde, y pronto tuve largas listas de cualidades para todos los sinónimos excepto Espíritu. Me encantaba pensar en Dios como Amor y Mente, pero mi percepción de Dios como Espíritu parecía algo abstracta e intangible.

A medida que estudiaba más profundamente para comprender a Dios como Espíritu, pronto se revelaron ideas maravillosas. Vi que el Espíritu es la fuente de todo movimiento, acción y fuerza. Pero la única cualidad que realmente me llamó la atención fue la pureza. En su poema titulado “Himno de comunión”, la Sra. Eddy escribe: 

“‘el Espíritu te hará
puro, y libre sanarás
de tus penas y de todo mal’” 
(Escritos Misceláneos, pág. 398)

Me di cuenta de que en la medida en que purifico mi pensamiento al reconocer solo lo que es bueno y verdadero acerca del hombre como hecho a imagen y semejanza de Dios, estoy espiritualizando el pensamiento. Así como el agua pura no es un buen conductor de la electricidad, no se me podría hacer reaccionar (o expresar irritación, obstinación o malos rasgos de ningún tipo) cuando me aferro a las verdades espirituales de Dios y el hombre como enseña la Ciencia Cristiana. A pesar de lo que estaba viendo, me di cuenta de que necesitaba purificar mi pensamiento todos los días cuando iba a trabajar y ver a mis colegas solo como espirituales. Esto me obligó a escuchar más concienzudamente y a disciplinar mi pensamiento para saber que todos podíamos recibir y expresar solo las ideas correctas que nos llegaban directamente a cada uno de nosotros de Dios, la Mente infinita, el Espíritu, el Amor.

A los pocos días, la dificultad en el trabajo se resolvió maravillosamente. Cuando se lo conté a mi esposo mientras me preparaba para irme a la cama, ¡noté que todas las verrugas en la parte inferior de mi pie también habían desaparecido! Estaba muy sorprendida y agradecida, y le mostré a mi esposo mi pie liso. Él no podía creerlo y pidió ver la parte inferior de mi otro pie, pensando que estaba equivocada sobre qué pie había estado afectado. Pero ambos pies estaban claros y lisos. No solo se había sanado mi problema en el trabajo, sino que también se había sanado mi pie. 

Esta curación nos dio a mi esposo y a mí evidencia muy tangible de la eficacia de la Ciencia Cristiana y la seguridad de esta enseñanza, e impulsó nuestra confianza en Dios cuando nos enfrentamos a mayores desafíos en los años que siguieron.

A veces puede parecer difícil vigilar de manera constante nuestros pensamientos, y a veces la necesidad de hacerlo puede que ni siquiera sea evidente. Pero siempre que nos encontramos reaccionando a las palabras o acciones de otra persona, podemos estar alertas al hecho de que necesitamos mantener nuestro propio pensamiento claro y puro sobre la situación. También es reconfortante saber que no estamos confiando en nuestra capacidad de responder, sino confiando en oración en que el Amor divino revelará la idea o la acción correcta a tomar en cualquier circunstancia. Esencialmente, a medida que pongamos esto en práctica, podremos sofocar toda tendencia a reaccionar y expresar, en cambio, dominio sobre la situación, bendiciendo a todos los interesados.

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