Sanar al enfermo y al pecador había sido la esencia del ministerio de Jesús como se registra en los cuatro Evangelios. Y a lo largo del Nuevo Testamento vemos que sus discípulos y primeros seguidores llevaron adelante y realizaron esta práctica sanadora. Pero a pesar de la declaración de Jesús de que a lo largo de los siglos todos los que creyeran en él también tendrían el poder de hacer las obras que él había hecho, esta esperanza disminuyó. Resultó en que la humanidad, incluida la cristiandad, prácticamente enterrara la curación espiritual en las cenizas del tiempo.
Durante siglos, las curaciones espirituales fueron consideradas como sucesos aislados, como evidencias solo del azar o la buena fortuna, en lugar de demostraciones inmanentes y sistemáticas conformes con el amor y el cuidado constantes de Dios por la humanidad. Luego, en el siglo XIX, Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, llegó con una revelación que cambió la vida, restableciendo “el Cristianismo primitivo y su perdido elemento de curación” (Manual de La Iglesia Madre, pág. 17), como ella lo expresó. Esto ilustró el hecho de que todo lo que alguna vez ha sido cierto, es cierto para siempre.
Al escribir Ciencia y Salud, la Sra. Eddy dijo: “La autora se ha esforzado por hacer de este libro el Esculapio de la mente así como del cuerpo, para que pueda dar esperanza a los enfermos y sanarlos, aunque ellos no sepan cómo se efectúa la obra. La Verdad tiene un efecto sanador, aunque no sea comprendida totalmente” (pág. 152).
La Sra. Eddy había descubierto cómo sanaba Jesús, y ella sanó y enseñó cómo sanar de la misma manera, a través de la firme confianza en un Dios que siempre está presente, es incesantemente activo y eternamente amoroso. Sus escritos explican claramente que de Dios sólo vienen reflejos del bien espiritual, porque Su naturaleza es totalmente buena. Al establecer que Dios es el Espíritu indestructible, la Verdad omnipotente y el Amor que todo lo abraza —el Principio que gobierna el universo— la Ciencia Cristiana revela la naturaleza divina de Su imagen, el hombre, tanto masculino como femenino. Hasta el día de hoy, las ideas de la Sra. Eddy han acompañado a los buscadores de la verdad, capacitándolos para crecer en la comprensión de la curación y la libertad que trae, de acuerdo con lo que Cristo Jesús enseñó: “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:32).
Esta nueva luz, diametralmente opuesta a las creencias y teorías tan arraigadas, demuestra que la curación proviene de una fuente permanente e infinita, Dios. Basada en reglas y leyes fijas, la práctica de la curación espiritual se ha establecido con firmeza como un medio potente y confiable para sanar y ser sanado.
Hace décadas, cuando era un joven en la República Democrática del Congo —en el centro de África— me conmovieron profundamente los escritos de esta mujer de Nueva Inglaterra del otro lado del mundo. Cuando me encontré con este sistema de curación, desafió mi débil concepto de la naturaleza de Dios. Durante mucho tiempo había creído en un Dios que finalmente podría ver después de la muerte, siempre que hubiera vivido una buena vida.
Estaba haciendo mis estudios universitarios en Kinshasa, mi ciudad natal. Mientras visitaba a un compañero de clase, tomé un pequeño folleto que yacía sobre su mesa y lo leí. La pertinencia de las preguntas y la profundidad de las respuestas correspondientes me hicieron indagar al respecto. Mi colega me dijo que era una publicación de la Ciencia Cristiana, una enseñanza de la que nunca había oído hablar. Impresionado por lo que había leído, decidí asistir a un servicio dominical de la iglesia. Asistir a ese servicio me hizo vislumbrar que podía tener una relación más íntima con Dios, comenzando en ese mismo momento. La visión equivocada de Dios que había enterrado la curación espiritual en las cenizas del tiempo perdió su control sobre mí.
Comencé a estudiar la Biblia junto con Ciencia y Salud. Este estudio trajo consigo un nuevo sentido de Dios como un Padre-Madre cercano y amoroso, una ayuda muy presente en cualquier situación en la que pudiera encontrarme. Más allá de eso estaba la comprensión —radical para mí— de que solo hay una Mente, no dos o muchas, y que, como ideas de Dios, cada uno de nosotros refleja todas las cualidades que Dios posee: belleza, sensatez de pensamiento, pureza, sabiduría, salud, etc. Pensar en mí mismo y en los demás como completamente espirituales tuvo una dulce resonancia en mi consciencia, y estaba ansioso por crecer en esta nueva perspectiva.
Progresivamente a lo largo de los años, la Ciencia Cristiana se convirtió en la base de mi propia experiencia de curación. Las ideas compartidas en la Biblia y los escritos de Mary Baker Eddy, junto con las de las publicaciones periódicas que ella fundó, fueron muy relevantes en todos los aspectos de la vida. Comencé a comprender que las enseñanzas de Jesús no solo eran atemporales, sino para todos, independientemente del género, la ubicación geográfica o la experiencia de vida.
A medida que avanzaba en mi vida profesional, primero en el sistema educativo de mi país, luego en la industria hotelera y finalmente en una empresa de telecomunicaciones, practiqué lo mejor que pude las enseñanzas de Cristo Jesús como se explican en los escritos de Mary Baker Eddy. Me parecieron prácticas y relevantes.
Un día, después de haber estudiado esta Ciencia divina durante varios años, el gerente de mi lugar de trabajo consideró que yo estaba incapacitado y me envió al centro de salud de la compañía para que me examinaran. Me diagnosticaron hepatitis y me recetaron medicamentos para una semana. Al regresar a casa, decidí pedirle a un practicista de la Ciencia Cristiana que orara por mí.
Este experimentado colega miembro de la iglesia no era ni un médium ni un intermediario entre Dios y yo. El tratamiento de la Ciencia Cristiana que me estaba dando, dirigiéndose espiritualmente a mi pensamiento a través de sus oraciones, me ayudó a ver la totalidad y perfección de Dios, y la de toda Su creación, incluyéndome a mí mismo. Tomé consciencia de mi naturaleza espiritual heredada e impecable a imagen del único Padre-Madre, Dios, y rápidamente recuperé mi fuerza y todos los síntomas de la enfermedad desaparecieron. Al final de la baja por enfermedad, regresé al centro de salud para un chequeo, como me habían indicado, y me encontraron completamente bien.
El sistema de curación establecido por Mary Baker Eddy es práctico, permanente y está al alcance de todos.
Avanzar en la práctica de la curación espiritual me brindó una perspectiva totalmente nueva sobre el tema de la curación. Comprendí que la salud, la armonía y el bien constituyen la verdadera naturaleza de la realidad. Esta comprensión ha sido un incentivo vibrante al trabajar para resolver todas mis necesidades, y para ayudar a otros al entrar en la práctica de la Ciencia Cristiana de tiempo completo, y unos años más tarde, convertirme en maestro de la Ciencia Cristiana.
La curación espiritual, tal como se practica en esta Ciencia divina, tiene todo que ver con una clara comprensión y confianza en el amor y el poder de Dios que cancela cualquier cosa desemejante al bien. Está arraigada en la perfección y la totalidad de Dios, y en que el hombre es inseparable de Él por ser Su reflejo inmaculado. Dios es reconocido como el único sanador en cada caso, y es necesario dejar todo en manos de Dios, tal como Cristo Jesús lo hizo sistemáticamente. Jesús explicó: “Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo... No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente” (Juan 5:17, 19). Poner la responsabilidad de sanar en un Dios perfecto, omnipresente y todopoderoso hizo de Jesús un sanador imbatible.
Esta característica del ministerio sanador de Jesús es el fundamento de la curación a través de la oración. Contradice la visión tradicional de la curación como un proceso laborioso para arreglar algo que ha salido mal, opinión que aún prevalece ampliamente. Siguiendo los pasos de Jesús, la Sra. Eddy sanaba rápida y eficientemente, como resultado de su inquebrantable convicción de la naturaleza inmaculada de la creación de Dios, incapaz de discordia o decadencia.
Una mujer llamada Helen Grenier cuenta que cuando era una niña pequeña y muy enferma y debía ver a un médico al día siguiente, fue sanada por la Sra. Eddy. Ella fue a su casa en busca de curación y amablemente invitada a sentarse. Después de algunas palabras entre ellas, la Sra. Eddy cerró los ojos brevemente, luego le tomó la mano y le dijo a la joven que volviera al día siguiente si no estaba mejor. Ella no necesitó hacerlo. En esa única visita, recordó la Sra. Grenier, ella había sido completamente sanada (véase Yvonne Caché von Fettweis and Robert Townsend Warneck, Mary Baker Eddy: Christian Healer, Amplified Edition, pp. 115-116).
En uno de sus escritos, la Sra. Eddy señala: “Cuando más claramente he percibido y más vivamente he sentido que el infinito no reconoce enfermedad alguna, esto no me ha separado de Dios, sino que me ha unido de tal manera a Él que me capacitó para sanar instantáneamente un cáncer cuya corrosión había avanzado hasta la vena yugular.
“En este mismo estado espiritual, he podido ajustar desarticulaciones y devolver instantáneamente la salud a los moribundos” (La unidad del bien, pág. 7).
La curación en la Ciencia Cristiana continúa practicándose sobre esta misma base. En el Sermón de Jesús en el Monte dice: “El que busca, halla” (Mateo 7:8). Esto se demuestra exactamente en la vida de la Sra. Eddy y se repite en la de los numerosos seguidores de sus enseñanzas, desde la última parte del siglo XIX hasta estos días. Así seguirá siendo para todos los buscadores honestos de la Verdad, debido a la naturaleza inmutable de Dios, que atiende todas las necesidades de Sus amados hijos, cada uno de nosotros.
La eficacia de este sistema se ha evidenciado durante alrededor de un siglo y medio, con miles de relatos de curación compartidos cada semana durante las reuniones de testimonio de los miércoles de las Iglesias de Cristo, Científico, en todo el mundo. Decenas de miles de relatos de curación también han sido publicados en las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana como ésta a lo largo de los años. La curación en la Ciencia Cristiana no es una condena de otros métodos de tratamiento, sino un esfuerzo científico único para andar por el camino del Maestro del cristianismo, Cristo Jesús, y revela que, con Dios, todo lo bueno es posible.
El estudio de la Biblia junto con Ciencia y Salud ha bendecido a millones de “mentes sin prejuicios —simples buscadores de la Verdad” (Ciencia y Salud, pág. 570). Sus frutos también han llevado este sistema de curación fuera de la esfera de los miembros de la iglesia de la Ciencia Cristiana, y culminó con el reconocimiento de Mary Baker Eddy entre otros autores cuyos escritos e ideas han cambiado el mundo. Además, más personas en todo el mundo se han sentido insatisfechas con el tratamiento médico convencional y la teología tradicional, y han estado recurriendo a Dios como su fuente de curación.
La comprensión de la naturaleza perfecta de Dios, junto con el hombre y la mujer a semejanza de Dios, ha sido, es y siempre será verdadera por toda la eternidad. Una declaración en Rudimentos de la Ciencia divina por la Sra. Eddy lo abarca todo: “La salud es la consciencia de la irrealidad del dolor y de la enfermedad; o más bien, la consciencia absoluta de la armonía y de nada más” (pág. 11).
Hoy en día, el sistema de curación establecido por esta pionera espiritual es práctico, permanente y está al alcance de todos. También lo están las importantes pruebas del bien que logra para la humanidad, en esta era y para las generaciones venideras.
