Cristo Jesús instruyó a sus seguidores: “Cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (Mateo 6:6). Jesús entonces dio lo que los cristianos conocen muy bien como el Padre Nuestro.
En el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Mary Baker Eddy, una firme seguidora de Jesús, escribió: “El aposento simboliza el santuario del Espíritu, cuya puerta se cierra al sentido pecaminoso más deja entrar la Verdad, la Vida y el Amor”. Además, declaró: “El mandato del Maestro es que oremos en secreto y dejemos que nuestras vidas atestigüen nuestra sinceridad” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 15).
Tal oración es poderosa en cualquier momento del día, pero cada mañana, cuando me despierto, me resulta muy útil dedicar un tiempo específico a la oración. Es lo primero que hago. Esto hace que orar sea una prioridad antes de comenzar cualquier lista de tareas pendientes. Entro en mi aposento mental para establecer el día sobre un sólido fundamento espiritual. No es de sorprender que, como resultado de volverme silenciosamente a Dios de inmediato, mi pensamiento permanezca preparado para que se manifieste la bondad de Dios, la que incluye traer soluciones a las problemáticas circunstancias que podrían surgir durante el día.
Eddy conocía el significado de orar por uno mismo e instó fervientemente a sus seguidores a hacerlo. En sus Escritos Misceláneos 1883-1896, escribió lo que me gusta pensar es uno de los consejos de “cómo hacerlo” en la práctica de la Ciencia Cristiana: “Una cosa he deseado fervientemente, y de nuevo lo suplico sinceramente, a saber, que los Científicos Cristianos aquí y por doquier, oren diariamente en su propio beneficio; no verbalmente, ni de rodillas, sino mental, humilde e importunadamente” (pág. 127).
Aunque continúo con el estudio de la Biblia, los escritos de Eddy y oro durante todo el día, mi tiempo matutino dedicado específicamente a la oración es una especie de plataforma de lanzamiento para confiar en la capacidad que Dios me ha dado para ver el bien y la armonía en mi práctica de curación de la Ciencia Cristiana.
No obstante, orar a primera hora de la mañana no se basa en rituales ni se afianza en algún tipo de fórmula ni es una mera repetición de palabras optimistas y positivas. Las ideas que vienen al pensamiento son nuevos “mensajes angelicales” directamente de Dios (véase Ciencia y Salud, pág. 581).
Ciencia y Salud nos da los siguientes sinónimos para Dios, que se basan en la Biblia, y que ayudan a expandir nuestro concepto de Él: Vida, Verdad, Amor, Espíritu, Alma, Mente y Principio. Durante mi tiempo de oración, a menudo atesoro uno o más de estos sinónimos y me centro en ellos porque son una base metafísica y una estructura en la oración por mí y por los demás.
Una mañana, escribí algunas ideas específicas para orar basadas en estos conceptos ampliados de Dios; ideas basadas en las leyes divinas que podía reclamar, afirmar y estar consciente de ellas como una realidad, y que señalaban mi propia unidad perfecta con Dios. Y me di cuenta de que esta unidad con Dios es verdadera para todos; cada niño, hombre y mujer es creado a semejanza de Dios y expresa y manifiesta cualidades espirituales derivadas de Dios.
Me sentí inspirada por la idea de que, debido a que Dios es Espíritu, Vida, el hombre como reflejo de Dios representa la salud, la paz y la alegría. Por lo tanto, tengo dominio para descartar cualquier sugestión falsa que afirme que yo o cualquier otra persona está sujeta al dolor, el contagio o la carencia. ¡En verdad, la enfermedad y la discordia no tienen cabida en el cuerpo o la experiencia de nadie!
Otra mañana, comencé a pensar en Dios como Principio y Amor divinos. Me di cuenta de que esta era una especie de receta para no juzgar, así como para perdonar a los demás cuando nos hacen daño. ¿Por qué? Porque no puede haber ningún resentimiento, ruptura o alienación en el reino del Amor. De modo que puedo experimentar y sentir el amor del Amor, la ley divina del Principio que se expresa en compasión, ternura, paciencia.
Otra mañana, pasé algún tiempo afirmando que debido a que el hombre es coexistente y coeterno con Dios como Verdad, cualquier acción o actividad que tuviera lugar ese día tenía que coincidir con lo que es verdadero en toda la creación de Dios: la armonía. Además, los pensamientos de la Mente única son semejantes a los de Dios e incluyen claridad, precisión y sabiduría en cualquier decisión que yo necesite tomar.
Otra cosa que he encontrado útil y relevante para mi oración matutina es lo que Eddy llamó la “Oración Diaria” como parte de la guía para los miembros de La Iglesia de Cristo, Científico: “‘Venga Tu reino’; haz que el reino de la Verdad, la Vida y el Amor divinos se establezca en mí, y quita de mí todo pecado; ¡y que Tu Palabra fecunde los afectos de toda la humanidad, y los gobierne!” (Manual de la Iglesia, pág. 41).
La reivindicación, aceptación y despliegue de ideas durante la oración pueden restaurar, renovar, sanar, regenerar y transformar el pensamiento y la acción según sea necesario. La primera estrofa del Himno 287 del Himnario de la Ciencia Cristiana transmite otra manera de pensar sobre el significado de orar por la mañana:
Mi oración temprano va,
Oh, Dios de luz, a Ti.
La oscuridad desvaneció,
¡Veo Tu realidad!
(Edith Gaddis Brewer, © CSBD)
La oración abre una especie de reservorio mental de ideas verdaderas. Mi corazón se colma de gratitud en presencia de la Vida, la Verdad, el Amor, cuando oro por la mañana, ¡a primera hora!