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Original Web

Dejar ir cada vez más

Del número de marzo de 2023 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 14 de noviembre de 2022 como original para la Web.


Cuando un barco de pesca sale del puerto, es guiado por boyas que marcan el canal. Estas son una gran ayuda para evitar que el buque encalle. Pero los barcos no pueden amarrarse a esas boyas y llegar a su destino. Tienen que continuar saliendo hacia las profundidades del océano para atrapar peces.  

Del mismo modo, tenemos referencias útiles del cuidado de Dios por nosotros a medida que exploramos nuestro camino hacia las profundidades del Espíritu. Es natural para nosotros tener un empleo satisfactorio, compañía afectuosa y un lugar cómodo al que llamar hogar. Pero ninguna de estas evidencias de bien en nuestra vida son nuestras verdaderas metas. Pueden ser guías útiles, pero si nos anclamos en ellas, estamos limitando nuestra aceptación y experiencia del bien espiritual que representan.

Curiosamente, cuanto más dejamos de atribuir la bondad que tenemos a las formas que toma en nuestra experiencia, más seguro y abundantemente vemos el bien expresado en nuestras vidas. Al ver que su verdadero origen está en Dios, nos damos cuenta de que la fuente del bien es infinita y su sustancia es totalmente espiritual. Entonces nunca perdemos nada real, sino que perdemos el sentido limitado de ello. Es como cambiar una hermosa fotografía del océano por el océano mismo.

No obstante, puede ser tentador fijarse de tal manera en la manifestación del bien como persona, lugar o cosa, que sin saberlo nos anclamos en ella, en lugar de en Dios. En realidad, las cosas del Espíritu son sólidas y confiables, mientras que los objetos materiales son fugaces por su propia naturaleza. El Amor divino tiene una manera maravillosa de apartarnos de estos símbolos y guiarnos hacia conceptos espirituales más confiables e indestructibles.

La autora se había aferrado a un sentido limitado o personal del hogar. A medida que su pensamiento cambió, se centró en el hecho de que la fuente de todo el bien es infinita y espiritual, por lo tanto comprendió claramente que no podía aferrarse a nada material y temporal.

Tuve una experiencia de tal separación mientras leía el Manual de la Iglesia Madre. Su autora, Mary Baker Eddy, dijo: “De esto estoy segura, de que cada Regla y Estatuto de este Manual aumentará la espiritualidad de aquel que lo obedece, y fortalecerá su capacidad para sanar al enfermo, consolar a los que lloran y despertar al pecador” (La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea, pág. 230). 

Algunos de los Estatutos requieren una oración profunda y escuchar para encontrar su relevancia en nuestras vidas, como me ocurrió a mí con el siguiente en las páginas 60-61: “Cuando se coloque la piedra angular de una Iglesia de Cristo, Científico, no se permitirá que se congreguen muchas personas ni que haya ninguna ceremonia ostentosa. Dejemos que la ceremonia se efectúe devotamente. No ha de usarse paleta especial. (Véase Ciencia y Salud, página 140.)” Por un lado, esto podría parecer anticuado y estricto en su significado. Pero cuando seguí esa instrucción de mirar la página 140 en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por la Sra. Eddy, leí: “Adoramos espiritualmente, sólo cuando dejamos de adorar materialmente”. Comencé a preguntarme: “¿Tengo alguna ‘paleta especial’? ¿Hay algo que necesite para dejar de adorar materialmente?”.  

Al instante recordé una conversación que había tenido con mi esposo sobre la posibilidad de que alguna vez nos mudáramos de nuestro hogar actual. La propiedad fue la adquisición de un sueño de toda la vida de vivir cerca de una extensión de agua, pero tenía para mantener mucha infraestructura y ataba todos nuestros activos. Sin embargo, le dije que nunca la dejaría. Fue claro para mí que había llegado a adorar este lugar en vez de atesorar la idea espiritual del hogar. Cuando recurrí a un himno amado para recordar esta idea espiritual, las palabras de la primera estrofa lo decían todo:

El hogar es la consciencia del bien
que nos sostiene en su amplio abrazo;  
la luz constante que nos consuela
en cada senda traza nuestros pasos.
(Rosemary C. Cobham, Christian Science Hymnal: Hymns 430-603, N° 497, alt.)

Mansamente comencé a dejar de adorar este lugar geográfico mientras valoraba el hecho de que el hogar y el cielo son un estado de consciencia divina que estaba presente en todas partes. Estuve dispuesta y abierta a nuevas posibilidades que podrían simplificar y apoyar mejor nuestras necesidades. Al año siguiente descubrimos un condominio cerca del mar que tenía más espacio útil y requería mucho menos mantenimiento. ¡La transición transcurrió sin problemas y sin mirar atrás! 

Siento que este proceso de separación está bellamente ilustrado en la Biblia, en la historia del profeta Elías (véase 1 Reyes 17). Al comienzo de una hambruna en su tierra como resultado de una sequía, al principio Dios indicó a Elías que habitara junto a un arroyo que le suministraría agua, y los cuervos le traerían carne allí. Ahora bien, esa es una fuente poco probable de alimento, si alguna vez hubo una, no obstante, Elías había aprendido a confiar tanto en Dios como la fuente de todo el bien que fue obediente y fue al arroyo, y ocurrió lo que se le había prometido. 

Entonces el agua se secó, pero Dios le indicó a Elías lo que debía hacer a continuación. Esta vez, se le ordenó ir a ver a una viuda en Sarepta. Este también era un medio muy poco probable de provisión, porque en los tiempos bíblicos una viuda era generalmente una de las personas más dependientes de la sociedad. Cuando Elías llegó allí, la encontró recogiendo leña para hacer un fuego y cocinar para ella y su hijo con lo último que le quedaba de aceite y harina. Elías le dijo que hiciera pan para él primero, y que luego cocinara para ella y su hijo, y expresó la promesa de Dios de que su aceite y harina no se agotarían antes de que llegaran las lluvias. Ella confiadamente hizo esto, y fueron sostenidos tal como se les había dicho.

Es como si Elías hubiera sido guiado a ver cada vez más claramente que la idea espiritual de la abundancia de Dios era la verdadera fuente que respaldaba estas evidencias de provisión. Al seguir la guía de Dios, la necesidad humana fue satisfecha de una manera que lo bendijo a él, a la mujer y a su hijo. Esto demostró que la fuente real, infinita e inagotable de todo el bien es Dios. Elías estaba siendo guiado hacia las profundidades del Espíritu.  

He descubierto que a medida que nos anclamos en las ideas espirituales de Dios, jamás hay una brecha entre estos hechos espirituales y su demostración útil. Sentimos una gratitud más profunda por cada evidencia de bondad en nuestra experiencia sin aferrarnos a su forma en particular. Sentimos mayor confianza en la fluidez con la que se manifiesta la provisión de Dios para satisfacer nuestras necesidades al máximo de utilidad, incluso cuando estamos superando la creencia de que necesitamos cualquier cosa menos a Dios. 

La Sra. Eddy explica: “En nuestro inmaduro concepto de las cosas espirituales, digamos esto de las bellezas del universo sensorio: ‘Amo tu promesa; y algún día conoceré la realidad y la sustancia espirituales de la forma, la luz y el color de lo que ahora, por tu intermedio, percibo veladamente; y sabiendo esto, estaré satisfecho. …’” (Escritos Misceláneos 1883-1896, pág. 87).

Todos seremos ayudados a ver la gloria y la grandeza de la Mente inmortal, y podremos sin miedo, voluntariamente, progresivamente abandonar cualquier otra confianza. Recuerda, nunca podemos perder nada bueno en nuestra experiencia; solo podemos perder un sentido limitado de ello. 

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