Cuando era niño, luché con el sentimiento de nostalgia en varias ocasiones. Esto continuó durante años. Luego, en mi adolescencia, en un viaje de campamento de la escuela en octavo grado, viajamos a una isla deshabitada donde no había teléfonos. Una noche, de repente me enfermé. Dejé el grupo y volví a la carpa. Me hubiera gustado que me consolara mi familia y llamar a un practicista de la Ciencia Cristiana, pero eso no era posible en la isla.
Así que confié en lo que me habían enseñado en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana a la que asistí, y oré para sentir la presencia de Dios. Recordé el Padre Nuestro, que nos dio Cristo Jesús, y su sentido espiritual que da Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. En la página 16 de su libro dice:
“Padre nuestro que estás en los cielos,
Nuestro Padre-Madre Dios, todo-armonioso”.
Mientras meditaba lentamente sobre las líneas de esta oración, escuché una música hermosa y supuse que el grupo estaba tocando música alrededor de la fogata. También sentí que me rodeaba una paz y amor maravillosos mientras me dormía.
Cuando mis compañeros regresaron a nuestra carpa, me desperté completamente bien. También descubrí que no había habido música alrededor de la fogata esa noche ni en ningún otro lugar de la isla. ¡Lo que había oído había estado en realidad en mi pensamiento! Estaba muy consciente de la armonía, y esto me vino en forma de música. Esta experiencia me demostró que Dios, el Amor divino, es palpable y está siempre con nosotros.
La bendición adicional fue que sané por completo del sentimiento de nostalgia. Me di cuenta de que a menudo había extrañado o deseado el amor y el consuelo de otras personas, en lugar de reconocer el amor perfecto impersonal, aunque tierno y específico, de Dios, el Principio divino ilimitado, que está en todas partes, y había eliminado el temor a la nostalgia. Ciencia y Salud nos dice: “El Apóstol Juan dice: ‘En el Amor no hay temor, sino que el perfecto Amor echa fuera el temor. … El que teme, no ha sido perfeccionado en el Amor’. He aquí una proclamación concreta e inspirada de la Ciencia Cristiana” (pág. 410).
Después viajé por todo el mundo, haciendo mi hogar en países lejanos, a veces durante años a la vez. Incluso ahora me parece extraño mirar atrás y pensar que alguna vez experimenté el temor de estar lejos de un entorno familiar.
Aquella noche vislumbré en la isla el amor perfecto del Amor descrito tan bellamente en esta estrofa de un reconfortante himno:
Pues Dios, Principio inmortal,
omnipresente es;
mantiene nuestra perfección
a imagen del Amor.
(Himnario de la Ciencia Cristiana, N° 144 adapt. © CSBD)
