Poco antes de enterarme de la Ciencia Cristiana, me habían diagnosticado una afección llamada enfermedad periodontal, y el dentista me había dicho que se requería cirugía oral para tratarla. Pero después de leer Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy, estaba segura de que “todas las cosas son posibles para Dios”, como dice la primera oración del primer capítulo del libro: “La oración que reforma al pecador y sana al enfermo es una fe absoluta en que todas las cosas son posibles para Dios, una comprensión espiritual de Él, un amor abnegado” (pág. 1).
Así que me puse a trabajar para alcanzar “una comprensión espiritual de Él, un amor abnegado”. Pero después de un par de años, no hubo ningún cambio visible en la condición, aunque tenía pocas molestias. Aprendí que necesitaba apartarme por completo de lo que parecía ser un estado de salud.
Durante este tiempo, tomé instrucción de clase de la Ciencia Cristiana, un curso profundo sobre esta Ciencia impartido por un maestro autorizado. Después, tuve la convicción de que esta condición podía ser sanada a través del tratamiento espiritual y confiando en la firme verdad de que Dios me ama.
Llamé a mi maestra de la Ciencia Cristiana para pedirle tratamiento metafísico, y ella me señaló los siete sinónimos de Dios basados en la Biblia que la Sra. Eddy usa en sus escritos: Mente, Espíritu, Alma, Principio, Vida, Verdad, Amor. Mi maestra me pidió que dedicara algún tiempo al estudio profundo de un sinónimo cada semana. En algún momento de la tercera semana, me di cuenta de que la condición de las encías había sanado por completo. Un dentista confirmó más tarde esta curación, y se ha mantenido permanente durante casi cuarenta años.
Después de esta experiencia, tuve un nuevo objetivo: convertirme en practicista público de la Ciencia Cristiana y anunciarme en The Christian Science Journal. Pasarían otros 25 años antes de que mi deseo se realizara, pero durante este tiempo, recibí con mucho gusto las llamadas de aquellos que buscaban sanar mediante el tratamiento metafísico de la Ciencia Cristiana. Si bien estaba ansiosa por seguir adelante con mis planes, aprendí a ser paciente y obediente a la voluntad de la Mente divina, Dios. Años más tarde, un querido amigo mío me comentó que “nos movemos a la velocidad del Amor divino”. Ese discernimiento espiritual me permitió reconocer que soy la humilde sierva de Dios, y cada oportunidad se presenta cuando estoy espiritualmente preparada para ella a través de mis oraciones.
Descubrí que mi honesto deseo de estar en la práctica pública de la Ciencia Cristiana no era suficiente; se requería un compromiso total con este trabajo santo. A pesar de que pasé por algunos sucesos muy desafiantes en mi vida, incluido el divorcio, seguí dedicada a mi práctica de la Ciencia Cristiana, y finalmente cumplí mi propósito de anunciarme en el Journal.
Los años siguientes han estado llenos de muchas experiencias de aprendizaje. Lo más gratificante han sido las bendiciones de ser testigo de la presencia sanadora de la Verdad divina. También he tenido la oportunidad de participar activamente en comunidades interreligiosas mientras vivía en dos estados diferentes, y de compartir con aquellos que tienen un genuino interés en aprender acerca de la Ciencia Cristiana. También he tenido la bendición de volverme a casar.
Siento como si hubiera cerrado el círculo desde mis muy humildes comienzos de aprender sobre la Ciencia Cristiana y tomar instrucción de clase al privilegio, con la más profunda gratitud, de servir al movimiento de la Ciencia Cristiana y su misión de sanar para toda la humanidad.
Marie Longpré-Adams
Salt Lake City, Utah, EE.UU.
