Desde hace aproximadamente dos años, el tráfico dentro y alrededor de la ciudad donde vivo ha aumentado considerablemente, en especial el tráfico de motocicletas. Los motociclistas siempre parecen tener mucha prisa.
Un miércoles por la tarde, mientras conducía con una amiga a una reunión de testimonios de la Ciencia Cristiana, giré hacia la izquierda en una calle con la entrada a un área de estacionamiento público.
A mitad de la calle, se me ocurrió mirar a la izquierda. Para mi gran asombro vi una motocicleta que venía directamente hacia mi puerta. El conductor ya estaba tan cerca que parecía inevitable una colisión.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!