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Original Web

CÓMO CONOCÍ LA CIENCIA CRISTIANA

Descubrí mi vida en Dios

Del número de enero de 2024 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 3 de julio de 2023 como original para la Web.

Original en español


Nací en Cuba, donde cuando era muy pequeña los médicos me diagnosticaron graves deficiencias neurológicas. Se esperaba que viviera solamente unos 15 años. Por lo tanto, mis padres tenían pocas esperanzas de prepararme un camino de estudios que pudiera seguir con éxito. A pesar de que ellos se separaron más tarde, yo estaba feliz y bien cuidada.

Cuando me mudé a Nicaragua con mi madre, ella me inscribió en una escuela donde aprendería inglés. Tenía diez años en ese momento. Allí conocimos a una señora que era Científica Cristiana. Rápidamente se convirtió en nuestra amiga y nos invitó a asistir a los servicios dominicales de la iglesia y a las reuniones de testimonios de los miércoles, que dirigían los miembros del grupo de la Ciencia Cristiana en la ciudad de Managua, donde vivíamos.

Mi madre y yo íbamos a los servicios y reuniones regularmente, y, con el correr del tiempo, comencé a aprender más sobre esta Ciencia, que yo sentía era algo nuevo  y que se puede aplicar a cualquier situación en la vida. Al principio, yo era la única menor que asistía, y como no había Escuela Dominical, iba a los servicios y reuniones con los adultos. Me familiaricé con el orden de los servicios, el Padre Nuestro y algunos de los himnos del Himnario de la Ciencia Cristiana. Pero lo que me inspiraba profundamente eran las palabras de la declaración científica del ser.

Un día, uno o dos años después, sorprendí a todos después de un servicio dominical cuando me levanté y recité de memoria esta declaración, escrita por Mary Baker Eddy en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras. La misma dice: “No hay vida, verdad, inteligencia ni sustancia en la materia. Todo es la Mente infinita y su manifestación infinita, pues Dios es Todo-en-todo. El Espíritu es la Verdad inmortal; La materia es el error mortal. El Espíritu es lo real y eterno; la materia es lo irreal y temporal. El Espíritu es Dios, y el hombre es Su imagen y semejanza. Por lo tanto, el hombre no es material; él es espiritual” (pág. 468).

La declaración me ayudó a comprender que Dios es Todo-en-todo y que no hay poder material que pueda oponerse a esta totalidad. La frase, “No hay vida, verdad, inteligencia ni sustancia en la materia” elimina cualquier creencia en la realidad de una condición material y me ha ayudado a sentir el amor de Dios, que llena todo el espacio. También me habla de las cosas del Espíritu, que son verdaderas y duraderas. Fortalece mi convicción de que la creación de Dios es siempre espiritual, nunca material, y que estoy incluida en esta creación espiritual porque solo expreso a Dios. Comprender esto ha traído curación en muchas ocasiones.

Recientemente, tuve la oportunidad de orar más profundamente con estas ideas  cuando enfrenté un desafío físico aterrador. Oré para saber que, como expresión pura de Dios, solo podía reflejar salud, vitalidad y armonía. Comprendí mejor que mi vida no se rige por las llamadas leyes materiales; es una expresión de Dios, la Vida divina, y, por lo tanto, estoy gobernada solo por lo que es bueno y real. El dolor desapareció después de unos días y me sentí más firme en la comprensión de mi naturaleza espiritual. Ahora soy una joven independiente y madre de dos niñas. He hecho todo lo que se predijo que no sería capaz de hacer confiando en la oración y en las enseñanzas de la Ciencia Cristiana.

Debido a esta curación y a otras, estoy haciendo mi camino con valentía y confianza, y reconozco que las enseñanzas de la Ciencia Cristiana que recibí de niña me guían para siempre en el camino espiritual que continúo transitando. Lo que me ha llevado a niveles más elevados de comprensión espiritual, seguridad y confianza en Dios, ha sido apoyarme en estas enseñanzas, en particular en la que me dejó desde temprana edad, una profunda impresión: la declaración científica del ser.

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