“La hora de los pensadores ha llegado”. No es exactamente una cita que esperarías de un libro de texto religioso escrito por una mujer hace más de un siglo, cuando a las mujeres rara vez se les otorgaba una plataforma pública. Pero Mary Baker Eddy no era exactamente la figura convencional que se puede encontrar en la historia del cristianismo. Yo sabía que jamás volvería a ser el mismo después de leer su obra seminal: Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras.
La realidad que yo había imaginado para mí estaba hecha añicos; los renovadores vientos de Dios produjeron un cambio en mi vida de ateo a Científico Cristiano. Ahora creía en la totalidad de Dios como Mente, Espíritu, Verdad. Por más impactantes que fueron los cambios para amigos y familiares, lo que más me sorprendió fue la transformación de mis valores estéticos. Nunca esperé que cambiaran tan drásticamente junto con mis valores morales y espirituales.
Como artista que pinta en el estilo del realismo (la observación y representación cercana, precisa y detallada de la naturaleza), se habla menos de la naturaleza subjetiva de la belleza; y habría sido más fácil llevar el argumento sobre “lo que es bello” y todos sus aspectos intangibles al dedicarme a perfeccionar la técnica. Para mí, la belleza se trataba de mi capacidad para crear la ilusión óptica de volumen y profundidad, para hacer que un dibujo bidimensional pareciera tridimensional.
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