Basado en las apariencias y ciertos estudios, puede ser tentador creer que la humanidad está perdiendo interés en Dios. (Véase, por ejemplo, Ronald F. Inglehart, Religion's Sudden Decline: What's Causing it, and What Comes Next? Oxford University Press, 2021.) Incluso puede ser tentador creer que esta es una tendencia que puede continuar hasta que no quede lugar en la sociedad para siquiera considerar a Dios. Según muchas métricas, la religión organizada está en declive, mientras que las ciencias parecen estar ganando a los pensadores que anteriormente podrían haber buscado respuestas religiosas. La necesidad de comprender la realidad no ha cambiado, pero los métodos y las afiliaciones de aquellos que buscan esta comprensión parecen haber cambiado.
En las ciencias, por ejemplo, “¿Qué es la consciencia?” es una pregunta intrigante y enigmática. Para mí, esto se hace eco de la antigua pregunta religiosa “¿Qué es el espíritu o el alma y cómo se relaciona con el mundo físico que nos rodea?”
Tal vez esta búsqueda para comprender la consciencia es un paso necesario para el pensamiento humano en su transición hacia algo más sagrado y espiritual. Si es así, ¿dónde deja eso a aquellos que todavía valoran la religión y reconocen la investigación científica de la humanidad como un anhelo de conocer aquello que solo una relación profunda con Dios puede ofrecer?
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