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¿Qué es un Científico Cristiano?

Del número de enero de 2024 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 19 de octubre de 2023 como original para la Web.


Numerosas veces he escuchado de aquellos que encontraron la Ciencia Cristiana en Japón que inicialmente asumieron que los Científicos Cristianos eran científicos como los astrofísicos, químicos o biólogos, que eligieron el cristianismo como su fe. Cuando se enteraron de que los “científicos” que se reunían en la iglesia no necesitaban ser astrofísicos, químicos u otros científicos físicos, se preguntaron qué tipo de científicos eran los Científicos Cristianos. 

Una respuesta directa que me ha resultado útil es que los Científicos Cristianos tienen un instructor, un modelo a seguir —Cristo Jesús— que enseña cómo ser un Científico Cristiano.

Así como los científicos hacen preguntas, exploran, investigan y buscan respuestas para entender el mundo en el que vivimos, así los Científicos Cristianos constantemente exploran y buscan respuestas para comprender el universo de Dios, pero desde la perspectiva espiritual que Jesús enseñó. 

Por ejemplo, los astrofísicos observan y calculan el movimiento y la sustancia de las estrellas y los fenómenos para entender el universo físico que está en constante expansión. El universo que los Científicos Cristianos se esfuerzan por comprender es espiritual, y se apoyan en el sentido espiritual, no en los cinco sentidos materiales, para determinar qué comprende la realidad. La Ciencia Cristiana explica que el sentido espiritual es innato en cada uno de nosotros, y un elemento esencial para comprender a Dios como nuestro Padre amoroso, y nuestra verdadera identidad como hijo espiritual de Dios. 

Cristo Jesús llamó a Dios su Padre, o “Abba” y “Padre nuestro”. Fue el origen tan único de Jesús, su demostración de su unidad con Dios y su profunda espiritualidad innata, lo que lo hizo digno del título “Cristo”, que también es “Emanuel”, que significa “Dios con nosotros”. Jesús dijo: “No puedo yo hacer nada por mí mismo” (Juan 5:30), pero sabía que siempre era uno con su Padre, y también reveló nuestra unidad con Dios. En la Biblia, leemos que Jesús dijo: “Yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar” (Juan 12:49).

Jesús comprendió que Dios es el único creador amoroso que guía a Sus hijos a través de instrucciones y mensajes divinos. Las enseñanzas de Jesús, basadas en la Ciencia divina, se basan en leyes, similares a cualquier ciencia, pero en este caso son leyes espirituales, tales como: Dios es Amor, Dios es del todo bueno, Dios es infinito. Fue Mary Baker Eddy quien descubrió, explicó y practicó las leyes divinas fundamentales de las enseñanzas y obras de Jesús, y llamó a ese descubrimiento Ciencia Cristiana.      

Llegué a comprender mejor y a querer aprender más sobre la Ciencia Cristiana, y a Dios como Amor, debido a una curación que tuve. Cuando yo era adolescente, mi abuela murió (a una edad bastante temprana) de lo que se decía que era una insuficiencia cardíaca, y debo haber aceptado que quizá había heredado una afección cardíaca de ella, ya que se me desarrolló un problema al corazón. Consideré esto como parte de mi identidad, junto con la tendencia a tener accidentes con regularidad desde que era una niña pequeña. Acepté la imperfección como una característica de mi identidad. Cuando era estudiante del bachillerato, perdí interés en ir a la escuela y comencé a perder peso.   

Cuando tenía treinta años, la condición cardíaca empeoró, y finalmente consulté con un médico, quien diagnosticó un problema al corazón y me advirtió que no hiciera ejercicios vigorosos ni quedara embarazada en el futuro.

Pocos años después, conocí la Ciencia Cristiana, y tuve una curación como resultado de asistir con regularidad a los servicios religiosos de la Ciencia Cristiana y a las reuniones de testimonio. Todavía no había comenzado ningún estudio independiente de la Ciencia Cristiana. No esperaba sanar. Sin embargo, en tres meses, de lo que había aprendido en la iglesia me di cuenta de que el problema cardíaco no era parte de mi verdadera identidad, y todos los síntomas desaparecieron. Otros problemas también comenzaron a desaparecer.

¿Qué me sanó?

Al recordar esta experiencia, ahora me doy cuenta de que estaba inmersa en la atmósfera del Amor divino, y esto elevó mi consciencia a Dios, al Amor mismo. Cosas que habían sido vagamente reales para mí, como Dios o el sentido espiritual, gradualmente se volvieron más tangibles a medida que asistía a los servicios dominicales, así como a las reuniones de testimonios de los miércoles donde los asistentes compartían ideas sanadoras o testimonios de curación. Aprendí que en la Ciencia Cristiana la oración siempre comienza con Dios, desde el punto de vista de la bondad de Dios ya presente; no se trata de desear que algo bueno suceda.

El Cristo nos recuerda que nadie se queda fuera de la Verdad, la cual nos libera de la falsa evidencia de los sentidos y leyes materiales.

Estar inmersa en las ideas espirituales compartidas durante los servicios dominicales de la iglesia y las reuniones de testimonios de los miércoles —donde se leían citas de la Biblia y el libro de texto de Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy— llevaron a mi curación. Las citas deben haberme despertado a mi verdadera identidad como una idea espiritual y completa de Dios en lugar de un mortal material y frágil. La Biblia y Ciencia y Salud incluyen leyes espirituales y esenciales relacionadas con la salud y la santidad, y llegué a comprender a Dios como Principio, así como Amor divino. Estaba viendo pruebas de que las leyes de Dios estaban en operación como demostración de esta Ciencia divina. Y, a medida que comencé a ver mejor mi naturaleza espiritual, la propensión a tener accidentes también desapareció. 

La curación inicial no solo me dio una libertad perdurable, sino que también me llevó a amar y ayudar naturalmente a las personas que me rodean a través de la oración. La Ciencia Cristiana no es ni una filosofía humana ni una herramienta de autoayuda. Es la Ciencia divina, y se convirtió en el ancla de mi vida, manteniéndome en sintonía con Dios. Además, el prejuicio, la envidia y el odio se volvieron cada vez más ajenos para mí.

Jesús dijo: “De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre” (Juan 14:12). El Padre de Jesús, Dios, es la fuente de la ley divina absoluta, y el ministerio de curación de Jesús dio la prueba de que aplicar esta ley es científico y tremendamente amoroso.

¿Cuáles son las obras que Jesús hizo y esperaba que hicieran sus seguidores? Lo más obvio fue la curación, como la curación de ceguera, enfermedades, trastornos mentales y problemas sociales. ¿Cuáles son, entonces, las obras “mayores” que estas? Pienso sobre esto de la siguiente manera. Cristo Jesús —llamado por el profeta Isaías “Príncipe de Paz” (véase Isaías 9:6)— en su Sermón del Monte dio la instrucción de averiguar lo que significa la verdadera paz: una paz no simplemente desprovista de pecado y enfermedad, guerras y conflictos, sino la paz de sentir la sólida relación y unidad con Dios, nuestro Padre. Este tipo de paz trae tranquilidad y una revolución silenciosa dentro de nuestra consciencia contra el materialismo, ya que deseamos ver la verdadera naturaleza espiritual y el sustento de todos.

Eddy explica en Ciencia y Salud: “Nuestro Maestro no enseñó una mera teoría, doctrina o creencia. Fue el Principio divino de todo ser real lo que enseñó y practicó. Su prueba del cristianismo no fue una forma o un sistema de religión y adoración, sino la Ciencia Cristiana, resolviendo la armonía de la Vida y el Amor” (pág. 26). 

Como seguidora de Cristo Jesús, he elegido resolver “la armonía de la Vida y el Amor” como mi trabajo de tiempo completo. Mi deseo de vivir mediante el sentido espiritual está creciendo día a día, momento a momento, especialmente cuando me piden que ore por alguien, o acerca de algún desafío.

El Sermón que Jesús dio en el Monte brinda orientación sobre la disciplina espiritual, recordándonos que todo comienza con pensar correctamente acerca de nuestra relación con Dios. Esta guía no siempre es fácil de seguir, pero cuando se sigue, puede tener un efecto dominó, que bendice la vida de las personas de múltiples maneras. Ciencia y Salud dice: “El Sermón del Monte es la esencia de esta Ciencia, y la vida eterna, no la muerte de Jesús, es su resultado” (pág. 271).  

Soy bendecida cuando puedo obtener libertad a través de las leyes espirituales de Dios. Luego, esto lleva a que otros también sean bendecidos. Esta bendición nos llega individual y colectivamente a través del Cristo, descrito en Ciencia y Salud como “la verdadera idea que proclama el bien, el divino mensaje de Dios a los hombres que habla a la consciencia humana” (pág. 332).   

Cristo nos está invitando a vernos unos a otros a través de una lente espiritual. Nos recuerda que nadie se queda fuera de la Verdad, la cual nos libera de la falsa evidencia de los sentidos y leyes materiales.

Podemos hacernos las siguientes preguntas todos los días: 

  • ¿Reconozco a un solo Dios (Mente, Espíritu, Amor, Vida, Padre-Madre) como mi creador y tengo cada vez menos apego a la historia material o a los registros?
  • ¿Me guía mi sentido espiritual a estar abierta al mensaje del Cristo, de ser testigo de la curación mientras resuelvo la armonía de la Verdad y el Amor?
  • ¿Es Cristo Jesús mi instructor y modelo a seguir?

Responder afirmativamente a estas preguntas y seguir las leyes espirituales de Dios, incluidas las que ofrece el Sermón del Monte, promoverá la paz y la salud que el mundo está sinceramente buscando.

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