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Original Web

Encuentra el hogar

Del número de enero de 2024 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 25 de septiembre de 2023 como original para la Web.


Después de irme de casa a los 19 años, viví en dormitorios y casas compartidas durante casi una década. Aunque disfruté de las amistades y la comunidad que se desarrollan en estos acuerdos de vivienda, cuando comencé a trabajar a tiempo completo como enfermero de la Ciencia Cristiana después de la universidad, sentí el creciente deseo y necesidad de tener un hogar más privado, pacífico y estructurado. Espero que el siguiente relato ayude a otros que también estén buscando una nueva experiencia de hogar. 

Como resultado de muchos años de descubrir que la oración trae soluciones prácticas a los desafíos, me sentí motivado a orar sobre lo que representa el hogar cuando se ve desde una perspectiva espiritual. Encontré fuerza y esperanza en las ideas de la Biblia y el libro que la acompaña: Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy. 

Más tarde, cuando estaba lejos de mi hogar compartido y trabajaba en algunas circunstancias difíciles, me encontré con el Himno 497 del Christian Science Hymnal 430-603, que comienza:

Hogar es la consciencia del bien
     que en su amplio abrazo nos sostiene;
la constante luz que nos consuela
    en cada camino que nuestros pasos trazan. 

Como en ese momento viajaba solo, este sentimiento de estar abrazado en la consciencia del bien, Dios, en lugar de necesitar una persona o un espacio físico conocidos, me consoló profundamente. Este fue el comienzo de cómo mi concepto de hogar fue volviéndose más espiritual. La paz que me envolvió mientras oraba con este himno me ayudó a estabilizarme para completar el exigente trabajo. 

Tiempo después, tras regresar a mi hogar compartido, continué orando con este himno. La segunda estrofa dice:

La casa de nuestro Padre muchas habitaciones tiene,
     cada una de paz y amor imbuidas;
ningún hijo puede más allá
     de la brújula de la infinitud desviarse.
(Rosemary C. Cobham)

Estas palabras me llevaron en un viaje más allá de las definiciones emocionales, psicológicas o físicas del hogar hacia algo permanente, e incluso infinito. Me ayudaron a ver más claramente que mi experiencia de hogar no estaba definida por características o circunstancias externas. Empecé a descubrir que mi verdadero hogar está en mi pensamiento, donde Dios, el Amor divino, expresa continuamente luz espiritual, alegría, consuelo y paz. Las palabras de Jesús “El reino de Dios dentro de vosotros está” (Lucas 17:21, KJV) adquirieron un nuevo significado para mí.

El resultado fue que, finalmente, abandoné el intento de encontrar un espacio privado para mí y seguí disfrutando de la forma que el hogar tomaba en mi vida. Disfruté más de la compañía de mis compañeros de casa, especialmente cuando cocinábamos y compartíamos comidas juntos. Luego, tiempo después, inesperadamente, recibí una llamada del administrador de una propiedad para la que estaba en lista de espera. Aunque había llegado a amar el lugar donde vivía, y mi deseo de vivir de forma independiente había disminuido considerablemente, me quedó claro que tomar este apartamento era el paso correcto. 

El lugar era muy pequeño, pero presentaba oportunidades para desarrollar una expresión más expansiva del hogar. No solo pude encontrar la tranquilidad y la privacidad necesarias para apoyarme en mi trabajo, sino que también encontré oportunidades para la expresión artística, lo que también deseaba. Tener el apoyo que este nuevo espacio me ofrecía llevó, a su vez, a que ocasionalmente invitara a otras personas a comer. Finalmente, el apartamento contribuyó a que mi sentido de comunidad y familia se ampliara de maravillosas maneras.

Al reflexionar sobre esta experiencia, he llegado a comprender mejor cómo obtener un concepto espiritual del hogar llevó a este feliz ajuste en mi experiencia. Reconocer que el hogar es espiritual, una idea siempre presente en lugar de una circunstancia cambiante me trajo paz, una cualidad esencial que siempre está disponible. Paso a paso, este contentamiento basado en el Espíritu me ayudó a abandonar la sensación de que estaba separado del hogar que necesitaba. Mi perspectiva se expandió más allá del enfoque en mí mismo, y pude incluir y abrazar más a los demás. Ya no negué la omnipresencia de Dios, el bien, sino que la acepté. Estoy profundamente agradecido por esta nueva comprensión y experiencia de hogar que la Ciencia Cristiana me ha otorgado.  

Natanael Kenworthy
Princeton, Nueva Jersey, EE.UU.

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