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Original Web

La creación de Dios está lista y en marcha

Del número de abril de 2025 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 16 de diciembre de 2024 como original para la Web.


Fui criada como estudiante de la Ciencia Cristiana, y ciertamente había aceptado e incluso sanado al comprender que el hombre es la imagen y semejanza de Dios, como aprendemos del primer capítulo del Génesis, y por lo tanto es espiritual. Pero recuerdo una época en la que estaba demasiado enfocada en la vida como un viaje espiritual que requería que progresara con diligencia. Me sentía agobiada por un enorme sentido de responsabilidad personal. Debemos ser obedientes y responder, y de hecho lo hacemos, al llamado de Dios y seguirlo con humildad, pero después de asistir a una conferencia de la Ciencia Cristiana centrada en la infinitud de Dios, ¡fue como si eliminaran las paredes y el techo de mi comprensión de la creación de Dios! Empecé a ver que me esperaban grandes lecciones.

Pude vislumbrar que todos nosotros pertenecemos eterna e intemporalmente a Dios, el Principio divino e infinito del universo llamado Mente, y que ninguno de nosotros está en una “travesía” para ser espirituales: ya lo somos. La Vida, Dios, no depende de que nosotros seamos una causa. La Vida nos mantiene perfectamente de acuerdo con la ley divina; todos somos necesarios para la Vida como efecto, no como causa. Y la Vida no es opcional, no es algo de lo que decidamos formar parte o no. Estas son poderosas verdades sanadoras. 

Mary Baker Eddy explica elocuentemente: “La Ciencia Cristiana refuta todo lo que no es un postulado del Principio divino, Dios. Es el alma de la filosofía divina, y no existe ninguna otra filosofía. No es una búsqueda de sabiduría, es sabiduría: es la diestra de Dios que tiene asido al universo —todo tiempo, espacio, inmortalidad, pensamiento, extensión, causa y efecto; que constituye y gobierna toda identidad, individualidad, ley y poder. La Ciencia Cristiana se basa en las siguientes proposiciones de las Escrituras: que Él hizo todo lo que fue hecho, y que ello es bueno, refleja la Mente divina, es gobernado por ella; y que nada aparte de esta Mente, el Dios único, es creado por sí mismo ni evoluciona al universo” (Escritos Misceláneos 1883-1896, pág. 364).

Esta idea de que nada sino Dios se creó a Sí mismo o desarrolla la creación se ha convertido en una fuerza motriz de curación para mí, y la frasecita que uso para captarla rápidamente es “lista y en marcha”. Significa operar y funcionar correcta o normalmente. Este dicho me ayuda a mirar más allá de las circunstancias humanas que sugieren que las personas y las situaciones están quebrantadas, envejecidas, inmaduras, en lucha, acosadas por los males, en guerra, y a vislumbrar la verdad en la Ciencia Cristiana de que, puesto que somos espirituales, no materiales, no vivimos en un estado incompleto y frágil.

“Lista y en marcha” me ayuda a ver que, en el universo de las ilimitadas ideas de Dios, todas se manifiestan plenamente; su Principio las mantiene y cumplen armoniosamente sus inevitables funciones dentro de lo infinito. Esto incluso significa que las personas que han fallecido, aunque no estén en nuestra línea de visión, también están realmente listas y en marcha. Y aquellos que se encuentran en nuestra experiencia en este momento, aunque parecen estar en diferentes condiciones de vida humana, están, en realidad, todos listos y en marcha, separados de cualquier historia sombría. 

Un año, en Navidad, mientras meditaba en “estar listos y en marcha”, la Lección Bíblica del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana incluía las historias de los nacimientos de Juan el Bautista y Jesús. Hablaba de cómo sus padres debieron de haber vislumbrado que el hombre es la manifestación eterna del Dios infinito. Esta vislumbre es lo que dejó de lado las leyes finitas de la esterilidad (en el caso de Elisabeth) y la reproducción sexual (en el caso de María). Las ideas de la Mente, que antes parecían invisibles, en realidad ya estaban listas y en marcha. Se hicieron visibles cuando la comprensión de la eterna coexistencia del hombre con Dios fue acogida en la consciencia. 

Supongo que todos nosotros a veces nos sentimos tentados a concentrarnos intensamente en lo que parece ser una travesía humana. Pero esto confunde el verdadero propósito de nuestra oración y nuestra práctica de la Ciencia Cristiana. La Sra. Eddy nos anima: “Vivir de tal manera que la consciencia humana se mantenga en constante relación con lo divino, lo espiritual y lo eterno, es individualizar el poder infinito; y esto es la Ciencia Cristiana” (La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea, pág. 160).

A medida que ponemos en práctica el entendimiento de que somos la manifestación infinita e individualizada del Espíritu, reconocemos el ilimitado poder de Dios en cada situación. La curación es más inmediata y consistente, porque se ve que la totalidad y la armonía ya están siempre presentes. 

Entonces, ¿cómo nos damos cuenta de esto? ¿Cómo el estar “listos y en marcha” se convierte en demostración? Compartiré un par de ejemplos de muchos en mi propia experiencia. 

Un día, en mi trabajo como practicista de la Ciencia Cristiana, recibí un pedido de ayuda de un hombre de negocios que tenía un cliente que lo había contratado para desarrollar software. El trabajo se había hecho fielmente, pero el programa no estaba funcionando como se esperaba. Como consecuencia, el cliente estaba perdiendo negocios, y el empresario estaba asustado y bajo presión. Le aseguré la totalidad de la Mente divina, y cuando colgué el teléfono, oré, escuchando a la Mente declarar qué corregiría la mentira de que Dios no es Todo. De inmediato oí: “En la Mente no hay obstrucciones”. Dije en voz alta: “¿Entonces esta obstrucción desaparecerá?”. Esta vez  oí más enfáticamente aún: “En la Mente no hay obstrucciones”. 

Fue entonces cuando lo vislumbré. En la Mente cada idea ya está lista y en marcha sin fallas. Es nuestra aceptación de esta verdad lo que permite que se vea este hecho, de manera similar a cómo las leyes de la aerodinámica estaban vigentes antes de que los hermanos Wright volaran su avión; no obstante, necesitaban conocer y confiar en estas leyes y aplicarlas.

Sonó el teléfono. Era el hombre que llamaba para decir que sus ojos se habían dirigido directamente al dígito entre miles que estaba causando el problema; lo cambió, y el programa de software comenzó a funcionar perfectamente.

En una ocasión más reciente, una mujer pidió ayuda de emergencia para su esposo. Había estado afuera en un día caluroso jugando pickleball. Cuando llegó a casa, se desplomó. Yo estaba en una tienda comprando un par de prendas de vestir que necesitaba cuando entró la llamada, y me detuve por unos momentos para escuchar exactamente qué hacer. La inspiración específica llegó muy claramente: “Mantente fuera de esta emergencia. Quédate en el ‘al abrigo del Altísimo’, donde todo está listo y en marcha”. 

También me recordó este pasaje de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “Enteramente separada de la creencia y el sueño de la vida material, está la Vida divina, revelando la comprensión espiritual y la consciencia del señorío del hombre sobre toda la tierra. Esta comprensión echa fuera el error y sana a los enfermos, y con ella puedes hablar ‘como quien tiene autoridad’” (Mary Baker Eddy, pág. 14).

Así que me sentí inspirada a terminar tranquilamente las compras en la tienda, todo el tiempo orando y profundamente consciente de que este hombre, su esposa y todos en la tienda eran necesarios para la plenitud del Dios infinito y, por lo tanto, estaban completos y a salvo. 

De camino a casa recibí otra llamada de la esposa, y ella puso a su esposo en el altavoz. Compartí las verdades con las que había estado trabajando y las consideramos juntos. Al cabo de una hora, recibí la noticia de que se sentía mucho mejor. Volvió a llamar más tarde para informar que se había sanado por completo.

Obtenemos una visión elevada de la creación del poema de la Sra. Eddy “Alba de Navidad”, sobre el Cristo como un “rayo de Vida y de Amor”: 

¡Rayo de Vida y de Amor 
no hay muerte en ti;
Verdad que por encima estás
De lucha y mal, …
(Himnario de la Ciencia Cristiana, N° 23)

De modo que toda la creación está transcurriendo eternamente como el necesario “resplandor” del Amor divino. Es la exigencia de Dios, entonces, que seamos el efecto perfecto de esta causa infinita. No es opcional. ¡Estamos siempre listos y en marcha!

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